Siempre polémico y coherente con sus convicciones, Morrissey no iba a dejar pasar su actuación en la capital del país taurino por excelencia sin arremeter contra lo que este icono británico de la música considera una crueldad intolerable, la llamada fiesta nacional.

“¡La vergüenza de España!”, gritó la noche del jueves durante su concierto en el Palacio de los Deportes de Madrid, con el aforo completo del formato reducido de The Ring, tras interpretar “The bullfighter dies” (el torero muere, en español) ante la imagen de un toro cogiendo al matador.

El gesto no lo recibieron mal las 5.000 personas que asistían a su primer concierto en España – este viernes actúa en Barcelona -, al menos mejor que el otro momento polémico de la velada, cuando interpretó “Murder is meat” con aplausos leves y fríos a su conclusión.

Imágenes de mataderos atestados y sacrificios animales de una crudeza atroz acompañaron los acordes apocalípticos de este clásico de su exbanda, The Smiths, provocándoles a unos una estupefacción congeladora, mientras otros aguantaban el tipo apartando la mirada, cuando no desmayándose, como en algún caso esporádico.

Pero Morrissey es mucho Morrissey para hablar solo de lo extramusical y, a pesar del repertorio fallido de esta gira, con cortes de su último álbum, “World peace is none of your bussiness” (2014), y “singles” raros de otros discos, el artista inglés mimó a la ciudad.

Escoltado por sus músicos, cinco lozanos y esbeltos muchachos que lucían camisetas deportivas con la leyenda “Mad in Madrid” (loco en Madrid), se saltó algunos parámetros fijos del tour, ofreciendo por ejemplo un tema más que en su parada previa en Lisboa.

Además incluyó dos piezas cruciales que contribuyeron a elevar la nota media del concierto, más allá de su dominio vocal, su enorme presencia escénica y su elegancia, incluso aunque sudara a mares y se dejase el vestir impoluto en casa de su sastre. Se trata de “Everday is like sunday”, que apenas incluye en esta tanda de “shows”, y el aún más raro éxito de The Smiths “How soon is now?”, con el que reeditó el mismo final de su última visita a Madrid, en 2008, llena de grandes éxitos.

Del que está considerado su mejor disco en solitario, “Vauxhall and I”, sonó “Speedway”, antes de la citada “The bullfighter dies” y, seguidamente, “Ganglord”, con un arrebatado “save me, save me” (sálvame).

Durante “I’m throwing my armas around Paris”, de su anterior disco, llegaban a la memoria destellos de REM, y con “Kiss me a lot” asumió el tono y el porte de un mariachi flamenco, antes de afrontar el ecuador con las guitarras roqueras de “Dissapointed”, otra rareza en el listado de esta gira, y la magnífica “You have killed me”.

La melancolía y el piano se apoderaban entonces del recinto en “Trouble loves me”, previo al rescate de su celebrado disco “Your arsenal” (1992) a través del tema “Certain people I know”.

Se colaba entre dos de las nuevas, “Neal Cassaday drops dead” y “I’m not a man”, una sorpresa que le permitía lucir todos sus registros vocales y su condición de estrella pop, vagando por las tablas sereno, un paso adelante, dos atrás, unos dirán que ebrio, otros que embebido por la emoción, como un poeta que declama ante su auditorio.

“Kick the bride down the aisle”, frente a una foto de los Duques de Kent con un mensaje que decía “dumb” (tontos), la visceral “Meat is murder” y “World peace is none of your bussiness” daban paso a los bises, que remataba con “Asleep”, de The Smiths, y para sorpresa de todos, con “How soon is now”. Gran final para un concierto irregular, pero nunca anodino. Efe