Poco más de dos meses después de convertirse en el máximo ganador de la última edición de los premios Grammy, el dúo The Black Keys, la sensación del rock indie del momento, cerró la tercera versión del Festival Lollapalooza Chile ante una audiencia de 70 mil personas, todo un récord de asistencia en el país del sur, que la prensa mapocha ha elogiado por su alto nivel de producción, orden, cartel de bandas e impacto a nivel regional.

La respuesta del público ha sido tan positiva que el organizador del evento, el líder de Jane’s Addiction, Perry Farrell, ya ha dado indicios de que la edición chilena del 2014 podría realizarse en tres días, como es el caso de Lollapalooza Brasil, donde los resultados han sido más que positivos, incluso, más que en Santiago. Es decir, la marca ya ha logrado posicionarse y es el referente más grande del rock en la región.

Y es que en su segunda fecha, la del domingo 7 de abril, Lollapalooza Chile mezcló el indie rock de The Black Keys con la electrónica de Deadmau5, la psicodelia metal de Tomahawk, el britpop de Keane, el baile de Toro y Moi, el hip hop de Nas y el rock folclórico de Los Tres, entre otros números, que sumaron 31 artistas repartidos en 6 escenarios, produciendo que a las 2 de la tarde, antes del show de Gary Clark Jr., el Parque O’Higgins se viera repleto pese al inclemente sol, las largas colas para conseguir una botella de agua y la desesperación por los miles que aún seguían en la puerta de acceso.

La mixtura musical de esta segunda fecha la diferenció completamente con la liderada por Pearl Jam. El sábado la gente no tuvo reparos en quedarse hasta el final del evento, para poder irse escuchando el último suspiro de Eddie Vedder. El domingo, en cambio, hubo igual cantidad de público que un día antes, pero todo fluyó de forma más calmada y relajada, sobre todo con los Black Keys, cabeza de cartel de esa fecha, quienes no tuvieron la misma devoción que el público brindó a la banda de Seattle.

Hubo más “rock ruidoso”, eso sí, un género que le encanta a los chilenos y que tuvo en Tomahawk y A Perfect Circle a sus mejores exponentes. La banda liderada por Mike Patton, todo un ídolo en el país del sur, repasó su delirante catálogo ante una respuesta de su público fiel. Mientras que el experimento de Maynard James Keenan comenzó su performance con una enferma versión de “Imagine” de John Lennon para anticiparnos que lo que estaba por venir no era nada para los acostumbrados a las guitarras tímidas.

En el LG Optimus Stage, que no es otro que el célebre Movistar Arena de Santiago, recibió al rapero Nas, uno de los más populares de Estados Unidos, y cerró el telón con Steve Aoki, una de las sensaciones más grandes de la música electrónica, que rivalizó con Deadmau5, el DJ con cabeza de ratón que a esa misma hora tocaba en el Coca Cola Stage y que confirmaba ser una de las megaestrellas que hacen bailar a miles sólo con una mezcladora de sonido, una laptop y algunos archivos de audio.

Con un balance súper positivo cerró la tercera edición chilena del Festival Lollapalooza, un evento que ha crecido no sólo por sus atractivos carteles de artistas y las actividades extra musicales que suele ofrecer a cambio de vivir una experiencia, sino también por el apoyo masivo del público chileno y extranjero, el compromiso de los medios, quienes apoyan a las bandas que tocan en dicho evento y el altísimo nivel de producción con el que trabaja el equipo liderado por Perry Farrell y la empresa chilena Lotus. ¿Algún día podremos ver siquiera el 10% de esta maravilla en Lima? Depende de toda la cadena mencionada líneas atrás.

Por: Juan Carlos Cabrera (@fugazvolatil)