Desde que uno ingresa a los andenes del tren subterráneo de Santiago de Chile se da cuenta de que va rumbo a un evento multitudinario. Cientos de personas de todas las edades intentan subir a los abarrotados vagones con rumbo hacia el Parque O’Higgins. El Festival Lollapalooza está a punto de comenzar su tercera edición y la consigna es llegar temprano para evitar las largas colas de ingreso, tostarse con el inclemente sol y poder ver a la mayor cantidad de bandas, 31 en su primera fecha, la del sábado 5 de abril.

Pearl Jam es el headliner de esta noche. La banda de Eddie Vedder, leyenda máxima del grunge junto a Nirvana, es un éxito de convocatoria. 70 mil personas han agotado las entradas para la primera fecha del festival sólo para escuchar a los rockeros de Seattle, junto a otras glorias alternativas como Queens of the Stone Age, The Hives, Kaiser Chiefs, Hot Chip, Crystal Castles, Alabama Shakes y Two Door Cinema Club, los nombres que más resaltaron en esta ocasión.

El chileno es apasionado, conoce el rock, porque acá los medios no son mezquinos como en Lima. Las radios programan bandas nuevas (locales y foráneas), tocan sus discos y los promocionan, haciendo que el negocio de la música sea una verdadera industria al nivel de contar con festivales de ediciones anuales como Lollapalooza, Maquinaria, Metal Fest y otros eventos de gran convocatoria, por lo que no extraña ver a chiquillos de 15 años cantando temas de Pearl Jam o jóvenes de 30 delirando con The Hives. Aquí el rock es parte de la vida misma, de la idiosincrasia de todas las generaciones, de ser parte de algo, de un compromiso que va más allá de las modas.

No son ni las 3 de la tarde (hora local) y el lugar del evento, de unas 7.2 hectáreas de extensión, luce repleto de gente. El sol es inclemente, pero la música puede más. Adentro hay 6 escenarios a la espera, 31 artistas, entre estrellas, figuras emergentes y bandas nuevas, un menú completamente interesante. Por eso la idea antes de ir es saber a lo que uno va, es decir, elegir las bandas, porque el sitio es tan grande que se pierde mucho tiempo caminando entre stage y stage, considerando que uno tiene que trasladarse “pidiendo permiso” entre 70 mil almas.

Considerando que la idea es estar las 11 horas del festival, se ha previsto el expendio de comidas y bebidas. Como es obvio, encontrar algo de comer en hora punta es un verdadero caos. Filas kilométricas sólo por un vaso de gaseosa o agua valen el esfuerzo ante un sol de 30 grados. Para conseguir alimento hay que comprar, previamente, unos tickets que se venden a 10 soles cada uno (una gaseosa o agua vale un ticket, mientras que un sándwich salía por dos). Adentro de Lollapalooza todo es caro, pero la gente paga feliz. Es el precio de vivir la experiencia que antes sólo se podía realizar viajando a EEUU o colándose en Europa.

La banda que nosotros elegimos para comenzar la ruta fue la irlandesa Two Door Cinema Club, una de las sensaciones del rock indie actual. El trío, liderado por Alex Trimble, salió a matar con su electropop, y se sorprendió que el público conozca su repertorio de memoria, cante con ellos y baile de comienzo a fin. Esta escena sería una constante en todas y cada una de las presentaciones de Lollapalooza. Y es que el público es un integrante más de este concepto, es quien hace que las 11 horas sean más fáciles de llevar porque arman la fiesta con lo que tengan al frente.

Luego seguimos con The Hives, que este martes tocará en Lima. Hay que ponerle mucha atención a este cuarteto, porque es una aplanadora sobre el escenario, una bomba de tiempo que explota a cada segundo con Howlin’ Pelle Almqvist al mando, quien debe ser el mejor frontman del planeta. No exagero. No importa que no conozcas el repertorio, las vas a pasar increíble escuchándolos tocar. Corremos hacia el otro escenario para ver a Queens of the Stone Age, quienes se pasearon por los mejores momentos de sus discografía. Impresionante ver a los chilenos cantando hasta los riffs de guitarra, siendo parte de la fiesta, complementándose perfectamente con el artista, algo que poco a poco hemos comenzado a hacer en el Perú.

El plato fuerte llegó a las 08:45 de la noche. El frío del momento se fue del recinto cuando Pearl Jam comenzó a tocar la balada “Release”, de su debut “Ten”. “Go” dio inicio a la descarga de riffs. De ahí en adelante todo fue una fiesta eterna de rock and roll. El mar de gente subió su marea saltando, cantando, coreando, llorando, con cada una de las canciones que Eddie Vedder y los suyos entregaron en el Parque O’Higgins, 25 temas en 2 horas y 15 minutos. Simplemente fue la cereza del pastel para el inicio de una tercera edición que debido a su convocatoria convirtió a Lollapalooza en uno de los eventos musicales más exitosos de la región.

Por Juan Carlos Cabrera (@fugazvolatil)