Kasabian llegó y encantó. Cuando la querida banda de rock alternativo subió al escenario y tocó el tradicional intro ‘(Shiva)’ que dio pie a ‘Bumblebeee’, no hubo forma de silenciar a las casi seis mil personas que gritábamos y aplaudíamos al ritmo de la canción.

‘Shoot the Runner’, ‘Underdog’, ‘Days Are Forgotten’ y ‘eez-eh’ fueron los temas que logró que muchos de nosotros nos diéramos cuenta que no era un sueño, la banda británica estaba en nuestra capital y a pesar del calor, tenerlos a escasos metros de nosotros bastaba para olvidarnos del bochorno.

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Fue con ‘Cutt off’, donde la masa extasiada cantara a una sola voz el inconfundible gritillo rítmico del coro. Las luces cálidas del escenario nos anticipaban ‘Club Foot’, y cuando Tom Meighan, Sergio Pizzorno, Chris Edwards e Ian Matthews nos regalaban ‘Thick as Thieves’, un improvisado interludio nos transportaba a un mundo lleno de sensaciones con destellos de sintetizadores y sonidos electrónicos.

Uno de los momentos menos esperados de la noche, pero el más agradecido fue cuando el siempre excéntrico Sergio decidió bajar e interactuar con el público. Algunos asistentes del campo ‘A’ tuvieron la dicha de estar a apenas centímetros del músico. Continuaron con ‘Re‐Wired’, ‘Treat’, ‘Switchblade Smiles’, el acertado cover de Fatboy Slim ‘Praise you’, ‘L.S.F. (Lost Souls Forever)’ y ‘Stevie’.

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El penúltimo tema ‘Vlad the impaler’ hizo que todos bailáramos y levantáramos las manos cual almas anestesiadas por una gran dosis de indie rock.

Finalmente, ‘Fire’ retumbó el Jockey Club, cerrándo con broche de oro un inolvidable setlist. Si bien con un simple ‘Gracias’ y un ‘Adiós’ con sus manos, los Kasabian nos regalaron una noche mágica. Recrearemos cada sonido, cada canción y cada sentimiento derrochado el 17 de marzo.

Por Milagros Legay