Un 29 de junio, hace 21 años, murió a los 46 años Héctor Lavoe, considerado por algunos como el máximo exponente de la salsa, en un hospital de Nueva York, después de inmortalizar con su legendaria voz temas como “Todo tiene su final”, “Aguanilé”, “Periódico de ayer” o “El cantante”.

Héctor Juan Pérez Martínez (1946-1993), verdadero nombre de Lavoe, nació en el seno de una familia humilde en el barrio Bélgica de Ponce, la segunda mayor ciudad de Puerto Rico, y en la década de los sesenta se mudó a Nueva York, donde logró su sueño de ser uno de los artistas más aclamados de la música tropical.

El cantante murió enfermo de sida y azotado por todo tipo de tragedias personales, las drogas y el alcohol, problemas que le habían sumido en una depresión que ya en 1988 le llevaron a tratar de suicidarse en su Puerto Rico natal.

En recuerdo del que llaman “el cantante de cantantes”, Ponce ha erigido una estatua, de dos metros de altura y una tonelada de peso, del escultor puertorriqueño Severo Romero, que se suma al busto que ya hay de él en la Placita los Salseros, en el sector sanjuanero de Santurce.

La estatua presenta a Lavoe con un micrófono en la mano derecha y un par de maracas en su mano izquierda y, según dijo recientemente a Efe la alcaldesa de Ponce, María “Mayita” Meléndez, es también un reconocimiento al “legado de tantos artistas de este pueblo”.

Según diversas teorías de los historiadores de la música, la salsa nació en los barrios de Nueva York hace más de sesenta años gracias a jóvenes músicos latinoamericanos que emigraron a esa ciudad.

Una de las teorías más extendidas atribuye su nacimiento al músico dominicano Johnny Pacheco, uno de los padrinos musicales de Lavoe. El racismo, la emigración de cubanos, dominicanos y puertorriqueños a EEUU o el consumo de drogas, fueron algunos de los temas con los que comenzó a arraigar entre los jóvenes, que la bailaban en clubes de Nueva York y Puerto Rico.

Así, las orquestas de Tito Puente, Tito Rodríguez y Machito y la de los hermanos Charlie y Eddie Palmieri eran los “platos fuertes” de los clubes Palladium, Cheetah y Copacabana, de la ciudad de los rascacielos durante las décadas de los cincuenta y sesenta.

Asimismo, las agrupaciones de Willie Colón, Bobby Valentín, Willie Rosario, El Gran Combo de Puerto Rico, además de Ismael Rivera y Lavoe, se presentaban casi semanalmente en clubes en Nueva York como El Corso, Broadway 96 y Casablanca, durante las décadas de los 70 y 80. EFE