A todos los padres les inquieta la protección de sus hijos principalmente si ellos son pequeños y no se pueden valer por si mismos. Presta atención a los siguientes pasos con este sencillo ritual:

Escoja una hora tranquila y un sitio del hogar donde se sienta la paz, el silencio y la armonía. Luego prepare tres elementos: un cuarzo azul, un vaso con agua y una cucharadita de sal marina, que serán dispuestos en una mesa preparada especialmente para el ritual.

Enseguida, cierre sus ojos y respire por algunos minutos de manera pausada. Poco a poco, la mente se concentrará en su respiración, sintiendo cómo entra toda la energía del Creador en cada inspiración, y en la exhalación se van la tristeza, la amargura, el miedo y la mala energía. Poco a poco, y manteniendo el estado de serenidad, abra los ojos y coloque el cuarzo azul en el vaso con agua con cuidado para no derramarla. Agréguele un poquito de sal y repita la siguiente oración:

“San Miguel Arcángel, que trabajas para el resplandor de la verdad, que tu protección permanezca en mi hijo; la recibiré como un privilegio siempre respetándote. Permite que mi hijo camine siempre con dignidad. Aparta de él (o ella) las ideas perversas, hazlo amigos de todos, que sepa discernir, comprender y nunca juzgar. Ayúdale contra los enemigos materiales o espirituales, conscientes o inconscientes, y expúlsalos, pues la verdad es tu signo. Permítenos que su intuición sea como una espada para darle protección. Aparta de él a las personas que quieren inducirlo a errores. Haz que mi hijo un mensajero fiel de la verdad suprema. ¡Salve Príncipe Miguel! Amén”.

Luego de esta invocación mantenga el agua por una semana y posteriormente derrámela en un jardín o un parque lejos del hogar. Puede conservar el cuarzo en el sitio donde se efectuó el ritual para recordar la promesa.