La intérprete de Girl just want to have fun o True Colors y ganadora de dos premios Grammy, después de casi dos décadas sin recuperar el pulso en la industria discográfica, ha resurgido gracias a esta adaptación de una película británica, “Kinky Boots”, que con sus composiciones ha arrasado en Nueva York y parte como favorita en los premios Tony con trece nominaciones.

“Gracias a Broadway por darme esta generosa bienvenida”, ha dicho sobre el escenario la cantante que, con su timbre agudo y su estética colorista, se convirtió en una de las estrellas más peculiares de los ya de por sí peculiares años ochenta, y ahora las ha trasladado a los teatros con esta historia de una zapatería que se reinventa y empieza a fabricar calzado para drag queens y fetichistas.

“No negaré que no había preparado este discurso varias veces en la ducha”, ha asegurado, con el pelo rojo como en sus mejores tiempos y visiblemente emocionada esta también activista de los derechos de la comunidad homosexual.

Pasada la época en la que grandes compositores como Stephen Sondheim o Andrew Lloyd Webber dominaban esta categoría, que en sus primeros años premió a leyendas como Cole Porter o Irving Berlin, en los últimos años Broadway ha invitado a alguna de los astros musicales a las tablas de sus teatros.

Aunque el musical de Spiderman, uno de los fracasos más sonados de Broadway en los últimos años, contó con partituras de Bono, otros han tenido más suerte, como Elton John, nominado por sus trabajos para “Billy Elliot” y “El rey león”, y ganó en el año 2000 por “Aida”, junto a Tim Rice.

Además, Dolly Parton fue nominada en 2009 por “9 to 5”, aunque no consiguió el premio, y el primero de todos había sido Paul Simon, que alcanzó nominación por “The Capeman” en 1998. EFE