Senzoninaru, que en japonés se puede traducir como “Convertirse en un ancestro” aunque en inglés se ha titulado Roots (Raíces), ha sido dirigida por Kaoru Ikeya y proyectada fuera de concurso en la edición de este año del Festival Internacional de Cine de Berlín, que concluye hoy.

Ikeya, de 54 años, es conocido en Japón por su documental “Ari no heitai” (“Las hormigas”), que gira en torno a soldados del ejército imperial nipón a los que se forzó a permanecer en China tras el final de la Segunda Guerra Mundial.

Su nueva película sigue los pasos de Naoshi Sato, un agricultor de 78 años de la localidad de Rikuzentakata, una de las más castigadas por el tsunami del 11 de marzo en la prefectura de Iwate.

Sato, que vivía del cultivo de arroz y de la tala, perdió su casa y a su hijo mayor a causa del tsunami.

Pese a la dureza emocional del golpe, Sato se prometió a sí mismo un mes después del terremoto recuperar su vida previa a la tragedia. De este modo comenzó a serrar troncos para construir una nueva casa allí donde se levantaba la suya y también a plantar arroz en una parcela que alquiló a un amigo.

En contra de los deseos de familiares y conocidos, Sato se negó a trasladarse a una de las viviendas temporales que el Gobierno nipón dispuso para los afectados por el tsunami y vivió alojado en una choza situada cerca de su antigua casa.

Sato cumple paso a paso sus objetivos en el filme, que está salpicado de detalles de humor, según su director.

“Dado que han pasado dos años desde el desastre, quería crear una obra con una mirada positiva y hacia adelante. Creo que los espectadores verán que la vida de Sato está en sintonía con la naturaleza, algo que los japoneses han perdido”, explicó Ikeya en una reciente entrevista concedida a la agencia Kyodo.

“Yo solo hice lo que creía que tenía que hacer, pero me sentiría más que feliz si la película inspira a más gente a la hora de lograr sus sueños y perseverar”, explicó por su parte Sato en la misma entrevista. EFE