A sus 67 espléndidos años, con cinco nominaciones al Óscar y una estatuilla dorada por hacer de monja en “Dead Man Walking” (1995), Susan Sarandon sigue abierta a nuevas experiencias que la mantienen joven, una filosofía de vida que la ha llevado a disfrutar como nunca en “Tammy”.

“No sé si he hecho algo tan divertido y desmesurado previamente en mi carrera”, dijo la actriz en una entrevista con Efe. “No pensé en el personaje como un riesgo en sí mismo porque he hecho papeles muy diferentes en mi vida. Pero la comedia es mucho más arriesgada que el drama”, añadió.

“Tammy”, debut tras las cámaras del actor Ben Falcone (“Bridesmaids”), es la nueva película de la reina actual de la comedia estadounidense, Melissa McCarthy esposa de Falcone, que lidera un reparto donde aparecen Sarandon, Kathy Bates, Allison Janney, Dan Aykroyd y Toni Collette, entre otros.

Tras ser despedida y sorprender a su marido con otra mujer, Tammy (McCarthy) decide emprender un viaje en coche sin rumbo fijo, acompañada por Pearl, su alcohólica, malhablada y diabética abuela (Sarandon), con el fin de descubrirse a sí misma.

“Un drama mediocre se puede vender, pero una comedia que no es graciosa es una pesadilla. No sé por qué no se valora ese género tanto como el drama. ¿Cuántos actores protagonistas se han llevado el Óscar por una actuación puramente cómica? Casi te lo garantizan por un personaje con alguna incapacidad. También si te maquillan y te ponen muy feo”, sostuvo Sarandon.

“Por eso los premios son tan engañosos. Es comparar manzanas con naranjas y pretender que uno es más hábil que el otro. La gente piensa que llorar o mostrar angustia es más difícil para un actor. Parece que conlleva más trabajo. En cambio, el buen comediante parece que lo es de forma natural y sin esfuerzo”, manifestó.

La comedia no ha sido el género más habitual para Sarandon, aunque en los últimos tiempos se ha lanzado a ella con mayor asiduidad gracias a obras como “Jeff, Who Lives At Home” (2011) o “The Big Wedding” (2013). Efe

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