Hollywood amaneció con resaca tras bailar, beber y disfrutar en las fiestas de postín tras la 87 edición de los Oscar, una tradición que atrae a decenas de curiosos en los alrededores pero a la que solo unos pocos elegidos están invitados.

El evento más prestigioso, el de Vanity Fair, celebrado este año en el Wallis Annenberg Center for the Performing Arts, de Beverly Hills, reunió a artistas como Lady Gaga, Jennifer López, Jennifer Aniston, Sofía Vergara, Benedict Cumberbatch, Julianne Moore, Naomi Watts, Emma Stone, Eddie Redmayne, Jared Leto o Lupita Nyong’o.

Así como a Keira Knightley, Miley Cyrus, Irina Shayk, Jessica Chastain, Christina Aguilera y Robert Pattinson, entre otros.

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Pero las estrellas que robaron los flashes de los fotógrafos fueron Beyoncé Knowles y su esposo, Jay-Z, a pesar de que intentaron no llamar demasiado la atención refugiándose en un reservado mientras bebían champán, según la publicación Us Weekly.

La gran alternativa fue la tradicional fiesta de *Elton John *en el parque de West Hollywood, que recaudó cerca de seis millones de dólares para su Fundación contra el sida. Al evento acudieron cerca de 1.000 invitados.

“Lo que logramos hacer en una sola tarde continúa asombrándome”, explicó el propio Elton John. “Juntos estamos consiguiendo un progreso real, ayudando a una persona, a una comunidad cada vez. Y no es ingenuo pensar que juntos podemos acabar con el sida”, apuntó.

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Como suele ser habitual, no faltó el glamour gracias a la presencia de nombres como Heidi Klum, Alec Baldwin, Aaron Paul, Beck, Moby, Petra Nemcova, Alessandra Ambrosio, Camilla Belle, Nina Dobrev, Jane Seymour, Sarah Hyland, Julianne Hough, Maggie Grace, Peter Fonda, Jared Harris y Giovani Ribisi, entre otros.

El chef británico Gordon Ramsay se encargó del menú de la velada, que incluyó sushi, sopa de coliflor al curry, lubina salteada y helado de fresa y merengue.

No obstante, para muchos de los invitados la primera parada nada más abandonar el Teatro Dolby fue la cena oficinal de la Academia de Hollywood, el llamado Governors Ball, que reunió a 1.500 invitados y contó con la música en directo del brasileño Sergio Mendes y will.i.am, del grupo The Black Eyed Peas.

Esa reunión, que tuvo aires de club nocturno de la década de 1950 y en la que no faltaron vinos únicos, caviar, hamburguesas y macarrones con queso, tuvo lugar en el Ray Dolby Ballroom, una sala que se encuentra en la planta superior del edificio donde se erige el Teatro Dolby.

En la mayoría de las fiestas los focos se apagaron en torno a las 2.00 de la mañana y los asistentes desafiaron a la lluvia imperante en Los Ángeles haciendo cola mientras aparecían sus respectivas limusinas. Tiempo de aspirinas y de alarmas tempranas en los móviles para regresar a los rodajes a primera hora de la mañana. EFE