Unos alienígenas que esta vez toman Moscú lo hacen sin ningún alarde de originalidad y en un filme convencional y nada emocionante, el cual esconde con unos aceptables efectos digitales y unos nombres de actores conocidos un guión tan planamente concebido como desarrollado.

Un grupo de jóvenes estadounidenses se encuentra en Moscú cuando una raza alienígena casi invisible destruye toda la energía de la ciudad y elimina a la mayoría de sus habitantes. Todos presagian que lo sucedido es a nivel mundial.

Como ya está muy visto que los alienígenas invadan Nueva York o Los Ángeles, esta película traslada la acción a Rusia. Esto es la mayoría de originalidad que contiene este filme, una nueva muestra de cine apocalíptico extraterrestre que constata una vez más que en la industria cada vez hay más gente que se deja eclipsar por *los efectos digitales y se olvida de que debería haber un guión mínimamente aceptable como base. *

En concepción recuerda en bastantes aspectos al filme “Skyline”, con el que compite para proclamarse como decepción de ciencia ficción del año aunque “La hora más oscura” dirigida por Chris Gorak es indudablemente superior.

Sobre el papel, “La hora más oscura” parte con gran potencial. El rodar en Rusia promete planos exóticos de Moscú bajo el asedio de los invasores, la premisa de alienígenas invisibles que solo se ven con destellos de energía es relativamente inquietante, los intérpretes principales pueden resultar sólidos en pantalla y treinta millones de dólares de presupuesto auguran una producción de calidad.

Lamentablemente el filme se muestra mediocre en todos sus aspectos. El uso del 3-D que se ha empleado parece de los que se realizan en postproducción y hace que la capital rusa parezca de cartón piedra o añadida a posteriori de forma digital, desmereciendo el hecho de que la película se haya rodado en Rusia.

Los efectos digitales son más que competentes aunque tampoco son ni un alarde de imaginación ni tampoco técnico, siendo no obstante una de sus bazas positivas. El mayor problema reside en su historia, ya que el guion no es en ningún momento emocionante, coherente y además se permite el lujo de emplear un diálogo que bordea lo risible.

Sus efectos digitales y una producción que da una buena apariencia esconden en parte algo de la zozobra que representa la escritura, aunque hasta los actores parece que se han dejado llevar por la corriente del guión. Emile Hirsch, Olivia Thirlby y compañía tiene unos personajes al uso sin desarrollo pero aguantan con un aplaudible aplomo las frases que el guión les obliga a enunciar.

Desafortunadamente no se puede decir que este nueva variante de “La guerra de los mundos” sea tan mala que hasta es buena. Es simplemente aceptable en sus mejores momentos y con mejor aspecto que contenido, ya que aparte del uso superfluo del 3-D, el filme sabe tener cierto atractivo visual y un inicio que promete algo más de lo que acaba proporcionando.

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