La Noche del demonio (Insidious – 2010) es, en lo personal, la grata sorpresa de las películas de terror de este año. La cinta dirigida por James Wan y Leigh Whannell, te deja el hielo sobre la butaca con una primera hora perturbadora, más un desenlace siniestro, y hasta entretenido.

Hacía un buen tiempo que no disfrutaba de una buena película de terror, y es que además de vísceras, sangre y desmembramientos indiscriminados, la cartelera no ofrecía nada novedoso.

El argumento no es nada del otro mundo, y lo hemos visto en múltiples películas (la más cercana, quizás, Poltergeist). Sin embargo, lo que a mi parecer le da un interesante atractivo al film, es esa recreación del “más allá” y el paso de un humano, en la búsqueda del alma de su hijo.

Para no confundirnos más, contemos un poco la historia. La familia Lambert se muda a una residencia de clase media con sus tres hijos, dos niños y un bebé. Una vez instalados comienzan a suceder terribles acontecimientos que desenlazan con la caída en coma de uno de los pequeños.

Hasta ahí, la mamá Lambert está convencida que la casa tiene algo, y convence a su marido de abandonarla. Aunque poco convencido, el esposo acepta y deciden cambiar de hogar; sin embargo, las almas se van con ellos, y es cuando una médium y su equipo confirman que el desencadenante de todos estos sucesos paranormales radica en la niñez del esposo, Josh Lambert.

Hasta ese momento de la película, el espectador ya saltó de su asiento con las apariciones sorpresivas de fantasmas y quizás una de las más logradas es la del ‘Dark Maul’ (por su parecido con el personaje de Star Wars) que aparece detrás de Josh Lambert. Desde ahí, y luego de una batalla frontal con el mismo demonio, la película pierde interés y solo cuenta los minutos para terminar de una buena vez.

Hago una mención honrosa con la escena del “paso al más allá”, en el que el mismo Josh Lambert debe entrar en trance y lidiar con los más terribles espantos para recuperar el alma de su hijo. Entre ellos, Josh se encontrará cara a cara con el espíritu de una horrible mujer que lo acosaba desde la infancia.

El final, me fue uno de los más gratos desde Actividad Paranormal (mentira, AP me traumó, éste no).

Cuando pensábamos que tanta desgracia podía tener un final “feliz”, el asesinato de la médium, y la desaparición del hijo, matiza sabrosamente con el “aquí estoy cariño”, que cierra la película cuando la esposa voltea y es atacada por un poseído Josh Lambert y su desgarrador grito apertura los créditos. Vale la pena.

Robinson Reyna