Pocas veces un título ha dado una idea más clara de lo que iba a verse en una película. Serpientes haciendo de las suyas en un avión. Perfecto.

Ahora, nos llega Cowboys & Aliens, y se repite el mismo caso. ¿Qué va a encontrarse el avispado espectador en esta cinta? Pues el propio título no lo puede dejar más claro. Unos vaqueros plantando cara a unos alienígenas. Si éso le resulta absurdo, patético, carente de todo interés, surrealista o directamente horrible, cámbiese de sala, amigo mío. Porque éso es lo que es la película, y en ningún momento se avergüenza de ello.

Ahora bien, si se dejan de lado los prejuicios o las pretensiones de grandeza (el guión es el que es, la historia es la que es, y no se le pueden pedir peras al olmo), uno tiene la gratísima sorpresa de encontrarse con una de las películas de aventuras más logradas de los últimos años.

No es perfecta, desde luego, pero tampoco le hace falta. Jon Favreau, que no es ningún genio del cine, entrega con Cowboys & Aliens no sólo su mejor película (lo que no es decir demasiado… dado que su filmografía se completa con Elf, Zathura y las dos Iron Man) sino un entretenimiento desenfadado y sanísimo, y un espectáculo de primer orden.

El ritmo es endiablado, los efectos visuales lucen espectaculares, y las escenas de acción están rodadas con una pericia admirable. La cámara de Favreau bebe directamente de los clásicos, de la forma habitual de hacer aventura, y se nota y agradece.

Como decía antes, es absurdo quejarse por la parte fantástica de la historia, pero sí es cierto que ésta es la menos interesante del conjunto. Cuando más interesante es Cowboys & Aliens es cuando su sabor es de puro western, de tiroteos, puñetazos y hombres solitarios que imponen su ley.

Es ahí donde tanto Harrison Ford como Daniel Craig están en su salsa. Ford sigue manteniendo intacta esa energía y esa capacidad de interacción con el público, mientras que Craig demuestra que ha nacido para este tipo de personajes.

Su enorme carisma, su atractivo, su mirada fría y su habilidad para las escenas de lucha cautivan desde el minuto 1. Olivia Wilde también resulta sorprendente. Su personaje no es un simple florero, y ella ni molesta ni deja indiferente, que ya es más de lo que se puede decir de otras como Rosie Huntington-Whiteley en Transformers. Sam Rockwell (único a la hora de dar vida a cualquier tipo de hombre, pasa de villano a señor encantador sin despeinarse), Adam Beach (encantador) y Paul Dano (simplemente soberbio, pero no es novedad…) completan un reparto enormemente solvente.

En definitiva, una película muchísimo mejor de lo que se está diciendo, que no merece en absoluto el castañazo que se ha llevado en EEUU… pero qué demuestra, éso sí, que el western a día de hoy es un género muerto y sin ningún interés para el gran público. Una pena. Si John Wayne levantara la cabeza….

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