La proyección internacional de “La teta asustada”, de Claudia Llosa, que llevó por primera vez a Perú a los Óscar, o nuevos directores como los hermanos Daniel y Diego Vega, premiados en Cannes, pone en el mapa una cinematografía poco conocida que se exhibe estos días en Nueva York.

“Hay muchísimos personajes y directores que están sacando el pecho por el Perú”, asegura a Efe, Claudia Llosa, que cierra esta quinta edición del ew York Peruvian Showcase, que acoge el Instituto Cervantes de la ciudad, con la proyección de su obra de 20 minutos “Loxoro”.

Llosa, sobrina del premio Nobel Mario Vargas Llosa, ganadora del Oso de Oro en Berlín, volvió el pasado febrero a este festival con “Aloft”.

Sin embargo, después del éxito se refugió en un corto muy especial, “Loxoro”, que creó para la serie “Fronteras”, del canal TNT, y en el que mostró de manera casi documental el idioma que inventó la comunidad transexual peruana para defenderse de la marginación. Un tipo de fronteras que tienen que ver con lo personal, no con lo geográfico.

“Todo cambio viene de lo marginal y ‘Loxoro’ refleja la lucha de un género que lucha por ser escuchado y que han desarrollado un idioma diferente de expresarse, una manera de decir: ‘No me entiendes o no me quieres entender, pues ahora no me vas a entender del todo, te voy a hacer evidente esa incapacidad de comprenderme”, asegura la directora limeña.

Llosa rodó “La teta asustada” en quechua y en comunidades indígenas, por lo que, además de ser adalid del nuevo cine peruano, encaja en la programación de esta edición del New York Peruvian Showcase, pues a través de 13 películas, la mayoría de ellas documentales, se ha centrado en la arqueología de Perú y su patrimonio precolombino.

“Me interesa mucho el tema de lo atávico en todas mis películas. Lo atávico, lo más instintivo surge en momentos de dificultad, cuando la modernidad no nos ofrece la salida o la respuesta”, reflexiona.

Su viaje a Nueva York ha tenido que ver, sobre todo, con el apoyo al cine en su país, para el que reivindica un mayor apoyo institucional.

“Nuestro cine refleja la problemática muy latinoamericana, el hecho de que se sigue teniendo dificultad para mantener la constancia. Hay muchos esfuerzos que llegan muy lejos pero no se mantienen en el tiempo por falta del apoyo estatal. Perú es uno de los países con menos apoyo en el cine y en la cultura”, denuncia.

Para ella, ver cómo cintas de nuevos cineastas como “El mudo”, de los hermanos Vega, se vean ahora en Nueva York después de que su cinta “Octubre” se viera en Cannes, y conviva con títulos de una cineasta tan veterana como Nora de Izcue (que ha presentado “Responso para un abrazo”) es importante para que el público se haga una idea sobre cómo es el cine en Perú.

“Lo que se lucha en este festival es recordar que, a pesar de la precaria ayuda, hay muchísimo esfuerzo y muchísimo talento. Cine que necesita ser visto y al que sería interesante darle más continuidad, vasos comunicantes más sólidos”, dice.

“En este festival hay ejemplos de películas maravillosas que tienen que ser conocidas no solo en el resto del mundo, sino en nuestro país”, añade. “La fuerza del cine es clarísima. Se puede crear una identidad, si es posible llamarlo así”, concluye.

“Dioses”, de Josue Méndez, “El azaroso camino de la fe de Otto Brun” o “El evangelio de la carne”, de Eduardo Mendoza, también se han visto estos días, así como la presencia invitada del argentino Tristán Bauer, que ha presentado su cortometraje “Che Guevara recita Los Heraldos Negros”, que realizó en 2010.

Además, esta edición ha querido rendir homenaje al director Roberto Guerra, fallecido el pasado mes de enero y autor de títulos como “Desing is one: Lella & Massimo Vignelli”.

Con información de EFE.

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