Carlos Sorín, el consagrado director argentino viene presentando su más reciente filme “Día de pesca” en el 17 Festival de Cine de Lima, donde también preside el jurado de la competencia oficial de ficción. En una entrevista con Peru.com, el realizador agradeció a nuestro país por la acogida de su trabajo.

“En general, el público es muy entusiasta, mi película tuvo un recibimiento excecional, fue un regalo ver la reacción el público el día de la inuguración. Como jurado, vemos tres películas al día, dos sin público y una con público. Al final de la función, la sala segía llena, eso también es importante: el peruano es muy fervoso y cinéfilo”, contó el creativo.

¿Cuál es la imagen internacional del Festival de Lima luego de 17 ediciones?

Yo vengo hace tiempo con relativa frecuencia, mi primera vez fue en la edición nùmero siete y he visto como ha crecido el festival, ahora tiene una presencia internacional, una posición importante dentro de los festivales latinoamericano. Las muestras y las actividades paralelas te dan un panorama interesante del cine actual.

Las historias simples y reales atrapan al público, como un hombre llevando una torta con forma de pelota de fútbol (Historias mínimas) o la pasión mesiánica por un ídolo del fútbol (El camino de San Diego), ¿el público se enfrenta a sí mismo cuando ve tus películas?

Si lo pudiese saber (risas). Algunas de mis películas han tomado buen contacto con el público, pues reaccionaron y no fueron indiferentes, pero no tengo idea sobre el por qué y la forma. No me gusta hacer un cine especulativo, un cine donde pongo las cosas esperando tal o cual reacción del público, eso es lo que yo quiero evitar. No construyo una película buscando tal o cual emoción. Si surge, bienvenido. Muchos años hice publicidad y gané bien, ahora que decidí hacer cine, no pienso hacer publicidad, no pienso vender nada.

¿Trabajar con Nicolás (su hijo y compositor musical de sus películas) ha contruibuído a crear productos más emotivos?

Las últimas seis películas las hice con mi hijo, tomé esta decisión porque él es un gran músico. Nuestra relación al momento de trabajar juntos, especialmente en estas últimas películas, ha ido cambiando. Antes la relación padre-hijo pesaba un poco, ahora Nicolás ha crecido profesionalmente y ahora es un músico de primera, por eso lo llamo. A veces tenemos discrepancias; cuando hay talento, la música puede salir diferente a como uno lo planea.

¿De qué modo una sociedad como la tuya (Sorín S.A., productora del argentno) contribuye al crecimiento de la industria?

Yo creo que para generar un cierto tipo de cine, no quiero decir de autor porque suena pretencioso, sino independiente y artesanal (más o menos el cine que se ve en ese festival) se requiere que el director también sea productor y postproductor, que arme el negocio. En latinoamérica no hay industrias que te llamen como director y te contraten, por eso el director tiene que ponerse la película al hombro y caminar. En Argentina hacemos ese tipo de cina, yo produsco mis propias películas.

¿Esa es la esperanza para los realizadores independientes ante la saturación de produccione hollywoodenses?

No sé si la esperanza. En mi caso, yo estoy presente en el tema de la producción porque se supone que el director es el único que tiene la película en la cabeza. El guión es un pálido reflejo, por eso puedo marcar los límites que valen la pone o evitar poner plata en algo que no voy a ver. Quien toma esas decisiones es el director.

¿Días de Pesca plantea un nuevo reto al espectador sin abandonar las Historias Mínimas?

Hablamos de un exalcohólico que pierde a su hija, él podría ser iraní, japonés o americano. La Patagonia es un reflejo condicionado, si me hablan de ese lugar, yo empiezo a filmar (risas). Día de Pesca no es una película invasiva, no presionamos emociones ni sensaciones, dejamos al espectador un lado más activo. Los límites entre los géneros se han vuelto más ambiguos y difusos, podemos pasar del drama a la comedia, la idea es que cada espectador construya su propia película en función a los antecedentes y a su sensibilidad. Hay muchos espacios vacíos en la película para que el espectador lo llene.

Tus personajes no se ríen de si mismos en medio de su tragedia…

Es que mi forma de humor no tiene el clásico sistema de gag, situaciones creadas para generar la risa. Mi forma de humor tiene más que ver con la mirada de la película. Los personajes viven un drama, ellos no la pasan bien porque están en un momento difícil de su vida, pero yo no paso por ello y puedo divertirme con esa situación o darle una mirada más humorística.

¿Cómo ves este ultimátum de exhibición de las películas latinas cuando llegan a las salas comerciales?

La película se exhibe un par de semanas y luego termina en Polvos Azules (risas), en Argentina no es muy distinto. Hacer la película es la parte más facil el proceso, el problema es cuando deseas conseguir las salas y si las consigues, el reto es mantener la película. Hay dos tipos diferentes de espectáculo, el cine de Harry Potter y Bruce Willis y un cine mas independiente que requiere cicuitos especializados. No puedes mandar una película artesanal al mismo circuito que una de Spielberg, porque entonces muere. Ahora está Internet para patear el tablero y crear nuevos modos de disfrutar una película sin ir al cine. Pero países como Francia han creado circuitos totalmente distinos a las salas comerciales, hay que pensar en el público minoritario, que también es grande, que disfruta este tipo de cine.

*¿Netflix o YouTube podrían matar la experiencia del cine?

El cine no va a desaparecer como experiencia, ir a la sala y comprar pop corn. En algunos países, incluso, esta crece, pero Internet incorpora a millones de espectadores potenciales, es la forma del futuro. El cine se va a reducir y Polvos Azules también se va a reducir, porque ya no tendrá sentido comprarte el DVD.

Por: Álvaro Rondón (alvaro_maniac)