“Pablo Escobar fue un talento perdido, extraviado”, afirmó Benicio del Toro, quien encarnó al capo colombiano de la droga en su último filme, recién estrenado en el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, donde el actor puertorriqueño ha sido distinguido con el premio Coral de Honor.

El actor, habitual de esta cita cinematográfica en La Habana, señaló en rueda de prensa que la cinta “Escobar: Paraíso perdido” le sirvió para conocer una faceta desconocida del personaje, la de un hombre “muy familiar” que tenía un “talento inmenso para muchas cosas”, pero que “cogió por la calle que no era, una triste y horrible”.

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“Antes de la película yo sólo conocía de él su parte de maleante, de gángster de la cocaína”, señaló Del Toro, quien tuvo que engordar varios kilos para meterse en la piel de este personaje.

Aunque confiesa que lo más difícil del papel fue dominar el acento “paisa”, propio de la región de Antioquia (Colombia), donde campó a sus anchas en los años ochenta el sanguinario Cartel de Medellín, liderado por “El Patrón” de la droga Pablo Escobar.

Del Toro admitió que el libreto del proyecto “estuvo mucho tiempo pendiente en su escritorio” porque pensaba que se trataba de una biografía al uso de Pablo Escobar, un trabajo que no le apetecía mucho hacer.

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Sin embargo, el filme adopta un “enfoque diferente”, ya que narra la historia real de un joven surfista canadiense que viaja a Colombia y se enamora de una joven que resulta ser sobrina de Pablo Escobar, quien, después de llegar a ser buenos amigos, intentó asesinarle.

Confiesa que “la pasión” del italiano Andrea Di Stefano, que debuta aquí en la dirección, fue lo que le convenció para embarcarse en este trabajo, que le llevó una vez más a interpretar a un personaje real, tarea titánica que Del Toro maneja a la perfección.