A diferencia de los muchos actores que se han sometido a profundas transformaciones físicas para preparar un papel cinematográfico, la angelical Amanda Seyfried no está dispuesta a alterar su envidiable físico de ninguna manera para meterse en el espíritu de un personaje, ya que considera que su salud y el bienestar físico son más importantes que el ámbito profesional.

“Jamás se me pasaría por la cabeza, por ejemplo, engordar 20 kilos para una película. Eso sería demasiado peligroso para la salud y tendría consecuencias a largo plazo. Nunca me prestaría a ganar mucho peso o a perderlo repentinamente por temas de trabajo. No quiero que mi cuerpo sufra los efectos de algo tan terrible. Es muy importante cuidarse”, aseguró a la edición francesa de la revista Grazia.

Su obsesión por mantenerse en forma no implica que la artista haya tenido que eliminar de su dieta aquellos dulces y golosinas que tanto le gustan, porque compensa su consumo con intensas sesiones de ejercicio físico que le permiten deshacerse de los kilos de más sin comprometer su salud.

El carácter metódico que exhibe la actriz en relación a su físico es exactamente el mismo que aplica a su faceta interpretativa, por lo que nunca ha tenido por costumbre rendirse ante los desafíos y dejar que se le escape un papel sin haber luchado por él con todas sus fuerzas.