En vísperas de que cines de todo el mundo proyecten la película, la Berlinale vivió con expectación, y sin mayor escándalo, el estreno internacional de Cincuenta Sombras de Grey, un cóctel de romanticismo y algo de sexo que ha batido ya récords gracias a la legión de fans de la trilogía de E.L. James.

A muchos les sorprendió los apenas once minutos, cronometrados por varios críticos, de escenas de sexo y la suavidad de muchas de las imágenes, que, dado los ríos de tinta gastados en torno al filme, se esperaban tal vez más ásperas.

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La directora Sam Taylor ha optado por contar de forma más o menos clásica una historia de deseo y amor complicado por el abismo que separa a sus protagonistas, evitando planos revolucionarios, polémicos o excesivamente explícitos.

No ahorra sin embargo al espectador algunos de los capítulos sadomasoquistas en el “cuarto de juegos” que conquistaron a millones de lectores cuando apareció en las librerías el primer volumen de una trilogía que prácticamente reinventó el género.

Lo hace, no obstante, con más palabras que imágenes en una película de dos horas en la que la primera escena de sexo llega pasado el minuto cuarenta.

Con cien millones de copias vendidas en todo el mundo (seis de ellos en castellano: cuatro millones en España y dos en Latinoamérica) y traducida a más una cincuentena de idiomas, la trilogía de E.L. James abrió una senda de récords que aspira a recorrer también la película.

La expectación en el Festival Internacional de Cine de Berlín era tal que la organización tuvo que anunciar un pase extra para la prensa ante la avalancha de periodistas que se sumaron al único previsto, olvidándose por dos horas de las películas que compiten por los osos que se entregarán el sábado.

Con información de EFE.