53 años después de la muerte del símbolo sexual de Hollywood, Marilyn Monroe, Allan Abbott y Ron Haste narraron en su libro “Pardon My Hearse, cómo encontraron a la actriz en su lecho de muerte. Ambos eran dueños de una funeraria en Los Ángeles y durante los años 60 eran elegidos de los ricos y famosos en esa ciudad.

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La madrugada del 5 de agosto de 1962, Abbott recogió el cuerpo de Norma Jean Baker, como realmente se llamaba Marilyn, en su casa de Brentwood para llevarla a la morgue luego de perder la vida por una sobredosis de Nembutal.

Monroe fue encontrada sin teñir su rubia melena desde hacía semanas, sin depilar, sin dientes, ya que usaba una dentadura postiza, y con el cuello amoratado e hinchado. Según relatan, no pudieron casi reconocer que el cuerpo que yacía maltrecho, desnudo y envejecido era el de la increíble Norma Jeane Baker.

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La autopsia descubrió que, en realidad, Norma Jean usaba prótesis mamarias para acrecentar sus senos que, de por sí, eran más bien discretos. Los funerarios que la amortajaron también revelan que estaba sin lavar y que no era tan guapa ni glamorosa.