Eran una unidad de élite tan extremadamente secreta que sus hazañas nunca fueron conocidas por la opinión pública. Son las bandas de comandos secretos que el primer ministro británico Winston Churchill utilizó en la Segunda Guerra Mundial.

Churchill los utilizó para romper las reglas de combate, asesinar al enemigo, pero, sobre todo, para infundir miedo en las tropas nazis por sus acciones sangrientas. Churchill no estaba orgulloso de ellos, pero sabía que era un mal necesario.

Bajo el mando de la recién formada Dirección de Operaciones Especiales (SOE), esta oficina secreta tenía como objetivo no sólo la utilización de comandos para imprimir miedo en las filas nazis, sino también para formar a las milicias continentales de los países ocupados por la Alemania de Adolf Hitler.

Con gran oposición incluso dentro del gabinete británico la SOE tuvo que combatir internamente también con sus enemigos políticos: ministros, jefes del Ejército, la marina y la Fuerza Aérea, por la quita de recursos y la elección de los mejores hombres para desempeñar misiones suicidas.

Uno de sus símbolos fue un comando danés, Andy Lassen, quien era empleado por su aspecto físico para adentrarse en filas alemanas y no ser reconocido como un agente encubierto. Los reportes diarios que debía emitir para informar su posición y el resultado de su misión no eran su especialidad: “Aterricé. Maté alemanes. Al demonio”. Su efectividad daba miedo. Su frialdad, la seguridad necesaria para que continuara con esas misiones.

Las resistencias sirvieron, como dice el autor el inglés Max Hastings en su libro La Guerra de Churchill, para mantener a flote la moral y el espíritu de los pueblos tomados por la impiadosa máquina de matar de Hitler. Pero no provocaron mucho daño en el ejército aléman, aunque sí miedo y una baja en su autoestima.

Fuente: Daily Mail