El proyecto nació en la mente del inventor e ingeniero alemán Johannes Christian Bischoff, que al parecer residía en Kiel, allá a principios de los años treinta del siglo pasado (he aquí una de sus patentes, de 1935, sobre cierto artilugio a modo de traje para sobrevivir a ambientes desérticos).

El navío para los desiertos que imaginó Bischoff hubiera sido todo un monstruo. El objetivo de tal máquina no era otro que el de poder movilizar pasajeros y mercancías atravesando grandes desiertos, somo el Sáhara o el Gobi.

El vehículo era una mezcla de ferrocarril y barco, con una longitud de 60 metros por 12 de ancho y ruedas de 15 metros de diámetro. Los cálculos del inventor indicaban que podría transportar hasta 200 toneladas de carga.

Sería animado por una especie de extraño motor de 200 caballos capaz de tragar cualquier tipo de combustible. La velocidad de crucero estimada, dependiendo las condiciones del terreno, iba de los 12 a los 30 kilómetros por hora.

El casco sería muy parecido al de un acorazado, blindado contra ataques y con gran cantidad de camarotes y bodegas en su interior. Con una autonomía de 5.000 kilómetros, este monstruo estaba destinado a conquistar los desiertos.

Fuente: Alpoma.net