Nació en Inglaterra, criada en el seno de una familia pudiente. A los 41 años fue acusada de asesinato y brujería e inclusive con la adoración a Satanás. En el juicio celebrado en Blackburn fue declarada culpable y condenada a muerte. Según la descripción de la pena ella debía ser sellada y encadenada viva en un ataúd forrado de plomo. La sentencia se llevó a cabo el 9 de junio de 1913. Del mismo modo la tapa y el ataúd estaban forrados en plomo, ella maldijo a todos y juró que iba a volver a vengar su muerte en 80 años.

El pueblo inglés, no querían conservar cerca los restos del cuerpo de Sarah, por miedo a las amenazas que ella pronunció antes de exhalar el último hilo de vida, y debido a la poca simpatía que le tenían prohibieron enterrarla en tierra santa. Así que fue su esposo John Roberts quien viajó a lo largo y ancho del país tratando de encontrar un lugar de descanso para los fines de su esposa, pero no pudo encontrar uno dispuesto a aceptar el cuerpo.

En la desesperación zarpó con el ataúd esperanzado en encontrar algún país que le permita enterrar a su difunta esposa. Finalmente aterrizó en el Perú y se dirigió a Pisco, donde compró una tumba por £ 5, finalmente establecido a su esposa su lugar de descanso.

Después de enterrar a su esposa, de John se dijo que regresó a Inglaterra y nunca se escuchó de él otra vez, la historia quedo convertida en leyenda, y la maldición de los 80 años se convirtieron en 100 (por eso dijeron que no murió en la fecha de la tumba sino años antes), se exageraron comentarios, chismes y la leyenda urbana nació.

Se extendió a una excepcional velocidad el rumor sobre su resurrección, y todos creían con certeza que en el centenario de su muerte, Sarah saldría de entre los muertos para vengar su asesinato. Sin embargo, también están quienes creen que todo fue un psicosocial creado durante la década de los 90, durante el gobierno de Alberto Fujimori, condenado por delitos de lesa humanidad. Al final, se trató de un mito.

Fuente: Historiasperdidaseneltiempo.com