El líder de la revolución cubana, Fidel Castro, cuenta con un Récord Guinness insuperable: ser la persona a la que más veces han intentado asesinar.

Una de las personas que intentó asesinarlo y se arrepintió en el último instante fue la que había sido su amante: Marita Lorenz, una espía afamada de la CIA.

En febrero de 1959, Lorenz arribó en La Habana en el barco que capitaneaba su padre y conoció a Castro. Hay quienes aseguran que se trató de un amor a primera vista, al grado que ella le pidió permiso a us padre para quedarse con él.

Tras una breve estancia en Cuba, Marita y su padre regresaron a Nueva York; y no había pasado ni una semana, cuando Castro le pidió a la chica que regresara a Cuba, para iniciar una vida juntos. Marita aceptó y pronto se embarcó de nuevo.

Vivieron un idilio amoroso durante ocho largos meses. Ella quedó embarazada y al quinto mes, una tragedia le cambiaría la vida. Un comando conformado, supuestamente, por agentes de la CIA la secuestraron, la drogaron y le provocaron un aborto.

Tras la desgracia, Marita volvió a la casa de sus padres, en Nueva York. Como parte de su recuperación, se mudó a Miami, en donde años más tarde, se enrolaría a la CIA.

Por su parte, Frank Sturgis, agente al que Castro le tenía cierto miedo, convenció a Marita de que su expareja era una mala persona, el culpable de su sufrimiento y que debería vengarse, cobrándose con su vida.

La CIA le pagó seis mil dólares para viajar de nueva cuenta a La Habana y ahí reencontrarse con Fidel, enamorarlo y envenenarlo.

Castro ya la esperaba y según versiones hay quienes dicen que la aguardaba con pistola en mano, pues sabía que había regresado para matarlo.

Sin embargo, Lainsignia.org agrega que Marita, al verlo, revivió ese amor que tanto le tenía y no pudo cumplir con la misión, por lo que terminó tirando las pastillas letales por el escusado.

“Fidel era para mí sólo un hombre, no el líder que es. Luego de Fidel no tuve un hombre ideal, él lo era. Estuve consciente de que nunca encontraría al hombre de mi vida que él pudo ser y todo por lo que la CIA pudo haber hecho si seguía con él”, comentó Marita en alguna ocasión.

Al enterarse que la misión había fallado, la agencia de inteligencia y seguridad le pidió regresar a Estados Unidos de inmediato. Ella, acató la orden.

Actualmente, Marita, de 72 años de edad, vive en un asilo en un barrio bajo de Nueva York, esperando reencontrarse con el general que le robó el corazón cuando tenía tan solo 19 años.