Si hay algo en lo que todos podemos estar de acuerdo, es que las producen un dolor completamente desproporcionado, ¿cómo puede ser posible si son simples y no son consideradas “armas” y objetos peligrosos?

Pues resulta que existen varias razones que le pueden dar una explicación a esta situación tan curiosa.

Por lo general, los cortes con papel ocurren en las yemas de los dedos, una zona de nuestro cuerpo que posee mayores terminaciones nerviosas.

Las yemas de nuestros dedos son sensibles para poder acariciar, sentir superficies calientes o frías y siempre las utilizamos cuando debemos manipular algo con cierta delicadeza.

Además de esto, los cortes hechos con papel suelen ser superficiales, lo que significa que todas las señales de dolor provienen de esta zona con alto grado de sensibilidad.

Por si eso fuera poco, las cortadas de papel nos duelen tanto porque al ser una herida de poca profundidad, el cuerpo no puede coagular la herida y esta queda expuesta, lo que la deja indefensa ante cualquier roce o tensión sobre la zona.

Pero no toda la culpa recae en nuestra anatomía; debemos recordar que el papel viene de la madera, y aunque su superficie puede parecer completamente lisa y suave, si observamos una hoja en un microscopio nos daríamos cuenta que, en realidad, tiene muchas rugosidades y relieves. Y esto ocasiona que los cortes que se producen no sean tan limpios como parecen.