Las primeras formas de vida de las que tenemos constancia en la Tierra se desarrollaron en las profundidades de los océanos primitivos, hace más de 3.600 millones de años. Pero después de eso, todo pareció estancarse durante un tiempo inimaginablemente largo. Durante los siguientes 3.000 millones de años, en efecto, la vida en nuestro planeta no pasó de ser algo parecido a una fina capa de bacterias acuáticas.

De repente, sin embargo, hace 550 millones de años, todo cambió. La evolución puso los motores en marcha y aquellas formas de vida primigenia y antiquísimas empezaron a organizarse de pronto en criaturas más y más complejas, a diversificarse, a crecer, a dominar también la tierra y el aire. Es lo que se conoce como “la explosión del Cámbrico”, un momento irrepetible de nuestra historia durante el que surgieron todos y cada uno de los géneros de seres vivientes que conocemos en la actualidad. Es como si la Naturaleza, dormida, se hubiera despertado de pronto y empezara a ensayar “a lo loco” todas las posibles formas de estar vivo.

La pregunta, claro, es la siguiente: ¿Qué sucedió durante esos aburridísimos 3.000 millones de años antes de la gran diversificación?

Bajo nivel de oxígeno

Un grupo de investigadores de la Universidad de Tasmania parece haber encontrado la solución al enigma. Según el geólogo Ross Large, la clave de ese larguísimo letargo evolutivo es una bajo nivel de oxígeno y de nutrientes que colocaron a la evolución, y a la propia vida, en una situación más que precaria. “Durante esos 3.000 millones de años los niveles de oxígeno bajaron y los océanos perdieron la mayor parte de los ingredientes necesarios para que la vida se desarrollara en organismos más complejos”, afirma el investigador.

Analizando rocas de los antiguos fondos marinos, Large y sus colegas han sido capaces de demostrar que la ralentización de la evolución se debió a la combinación de esos dos factores. Su trabajo se publicará en marzo en la revista Earth and Planetary Science Letters.

“Al principio buscábamos los niveles de oxígeno tanto en los océanos antiguos como en la atmósfera para comprender cómo se formaron los depósitos de minerales y averiguar dónde buscar esos depósitos en la actualidad. Pero resulta que la tecnología que desarrollamos para encontrar esos minerales también puede decirnos mucho sobre la evolución de la vida”, continúa Large.

La historia, según los investigadores, pudo empezar con una “explosión” inicial de oxígeno, después de la cual sus niveles fueron decreciendo lentamente durante miles de millones de años, para volver a subir bruscamente entre hace 750 y 550 millones de años. “Creemos que esta recuperación de los niveles de oxígeno llevó a un aumento significativo de metales en los océanos, que a su vez alimentaron la explosión de la vida en el Cámbrico”.

Fuente: ABC