Todo comenzó con un telegrama. El 16 de enero de 1917, cuando la Primera Guerra Mundial se acercaba a su tercer año, la sede londinense de los servicios secretos británicos detectó una comunicación telegráfica cifrada.

En ella, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Arthur Zimmermann, le daba instrucciones a su embajador en México para presentarle a ese país una propuesta tan seductora como escandalosa.

Berlín le ofrecía respaldo a México para que entrara en conflicto con Estados Unidos, que hasta ese momento se había mantenido neutral en la Primera Guerra Mundial. De esa manera México podría recuperar los territorios de Texas, Arizona y Nuevo México, conquistados en el siglo XIX por su poderoso vecino del norte.

“Como México perdió la mitad de su territorio en una guerra injusta, siempre hubo un resentimiento enorme contra los Estados Unidos. Cuando hubo la oferta del telegrama Zimmermann, había muchas personas que hubieran pensado que era muy atractivo recuperar el territorio”, dijo a la BBC Mundo Josefina Zoraida Vásquez, profesora de historia en el Colegio de México.

La ayuda del Káiser, por supuesto, no era desinteresada. Berlín esperaba que una guerra fronteriza con México distrajera a Washington de lo que ocurría en Europa. Pues todos sabían que si Estados Unidos y sus enormes recursos económicos entraban a la Primera Guerra Mundial, la suerte estaría sellada contra Alemania.

Por esos años ocupaba la presidencia Venustiano Carranza, un hombre de pocas palabras que había adoptado una posición ambigua en el conflicto mundial, sin terminar de matricularse del todo en un bando o en el otro.

Nadie sabe muy bien los detalles de cómo se tomó la decisión, pero el hecho es que el mandatario mexicano desechó la propuesta de Zimmermann. Primó la prudencia para evitar un conflicto con Estados Unidos que, incluso con la ayuda alemana, habría podido resultar catastrófico para México.

Pero el problema no terminó ahí. Al tiempo que Carranza recibía el telegrama, supuestamente secreto, de los alemanes, los espías británicos leían su contenido. Tenían interceptado el cable submarino por el que los mensajes eran enviados a través del Atlántico.

El gobierno británico no perdió mucho tiempo en avisar a Estados Unidos de su descubrimiento. Días después se filtró a la prensa. Y la opinión pública estadounidense, que por los primeros tres años del conflicto había apoyado la neutralidad, volcó su furia contra Alemania.

El 2 de abril de 1917 Estados Unidos le declaró la guerra al imperio alemán, precisamente lo que Zimmermann había intentado evitar al atizar un conflicto entre Washington y México. La historia que siguió es conocida por todos.

Fuente: BBC Mundo