Según el blog ‘La próxima estación’ del diario ABC de España, en verano hay barcos turísticos que la acercan a los viajeros curiosos, seguramente ávidos de conocer historias sobre su pasado, los soldados, los científicos que se encerraron aquí para curar la peste.

El ejército ruso construyó Fort Alexander (su nombre oficial) entre 1838 y 1845 con la idea de proteger San Petersburgo. En su interior se instalaron 103 cañones, aunque parece que nunca fue el escenario de una batalla real.

Desde el nacimiento de esta gran ciudad, en 1703, el Golfo de Finlandia fue en un lugar estratégico para Rusia, que comenzó a construir fuertes como medida de protección. Este, en concreto, tiene forma ovalada, con un patio en el centro, 90 por 60 metros, tres plantas.

A finales del siglo XIX, la isla pasó a formar parte del Instituto de Medicina Experimental, que la convirtió en un laboratorio de investigación de la peste y otras enfermedades. De ahí el nombre con el que todavía se conoce a este lugar: “Plague Fort”, un lugar aislado donde encontrar la vacuna salvadora.

Se utilizaron caballos como animales de ensayo, y algunos de los investigadores contrajeron la peste bubónica y la neumonía.

En 1917, el laboratorio fue cerrado. Después de la Segunda Guerra Mundial, Nikita Khruschev ordenó clausurar la mayor parte de los fuertes, hoy abandonadas estampas, curiosas para una excursión de aficionados a la historia.