La foto es del argentino Enrique Cangas y se exhibe con otras 27 instantáneas en la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en la Villa 21-24 y Zavaleta, del barrio de Barracas (calle Osvaldo Cruz 3470), hasta fines del mes de octubre.

La muestra, que recorre todo el trabajo pastoral de Jorge Bergoglio como arzobispo de Buenos Aires, del 2003 al 2012, ya se exhibió con anterioridad en el monasterio porteño de Santa Catalina, en la sede rosarina de la Universidad Católica Argentina, en el Hospital Italiano de Buenos Aires y en la Biblioteca Popular de Luján, en las que reunió ya más de 100 mil visitas.

Al corresponsal del diario italiano La Stampa, Alver Metalli, le llamó particularmente la atención la fotografía en la cual se ve a Jorge Bergoglio con la cabeza reclinada en el hombro de un joven que está rezando y se propuso averiguar quién era esta persona.

La fotografía fue tomada por Cangas el 29 de junio de 2006 durante un encuentro ecuménico en el estadio Luna Park de Buenos Aires, edificio que su dueña, Ernestina de Lectoure, recientemente fallecida, acaba de legar precisamente a Caritas y a los salesianos, en partes iguales.

El epígrafe de la foto que llamó la atención de Metalli dice: “La ternura… denota fuerza de ánimo y capacidad de compasión”. “Pero detrás de la instantánea hay una historia muy original que hemos tratado de reconstruir en detalle”, dice el periodista italiano.

Su investigación arrojó lo siguiente: El joven de la fotografía se llama Juan Francisco Taborda, tiene 22 años y tenía 16 en aquel momento.

Lo llamativo de la historia es que, después de aquel día en que Bergoglio reclinó su cabeza en su hombro, Juan Francisco Taborda se reencontró con él en dos ocasiones sin reconocerlo como aquel mismo sacerdote junto al cual rezó en ese encuentro.

El segundo encuentro tuvo lugar a comienzos de 2008, estando él en la portería del edificio Torres del Botánico, en la avenida Las Heras 4025. “Acababa de empezar mi turno (contó Taborda a La Stampa) a las 21, cuando 5 minutos después me llama mi hermana para decirme cómo había salido una operación a un primo mío al cual quiero mucho. Estaba en la portería, muy triste, preocupado por las noticias que había recibido. Veo entrar a un cura que va hacia el ascensor. Él también me ve, me nota perturbado, vuelve y empezamos a hablar. Se quedó allí un buen rato para darme aliento. No lo reconocí, no vi en él al sacerdote que había abrazado en el Luna Park. Me dijo que rezaría por mí, por mi primo, y me pidió el número de teléfono. Me transmitió una gran paz, es lo que más recuerdo. La paz y la energía que dicen sentir los adventistas cuando rezan todos juntos yo las sentí con él en aquel momento. Una semana después, para mi gran sorpresa, me llamó realmente, se acordaba de mi nombre y me pidió noticias de mi primo”.

Hubo un segundo encuentro entre ambos, un año después, en abril de 2009, en la catedral metropolitana de Buenos Aires.

Esa vez, Taborda estaba haciendo una investigación sobre sincretismo religioso y fue a la Catedral para repertoriar la iconografía del lugar. “En un momento, se me acerca de nuevo aquel sacerdote. Se acordaba de mí, de mi primo, me preguntó por él, y luego, cuando le dije por qué estaba allí, me hizo de guía en la catedral, dándome las informaciones que necesitaba”.

Fuente: Infobae