Desde la creación del estado de Israel, allá por 1948, la comunidad islámica ha apoyado de forma efectiva a Palestina tanto así que los cinco países árabes vecinos al estado judío le han declarado la guerra y trataron de invadirlo innumerables veces. Sin embargo ahora no hay acciones ni muestras formales de apoyo a Hamás, según escribe Álvaro Garrido Salmerón en ABC.es.

Varios expertos coinciden en que este desaire puede ser porque los países tradicionalmente enemigos como Egipto, Siria, Irak y Líbano tienen sus propios problemas internos.

Egipto, por ejemplo, vive una situación de inestabilidad desde el derrocamiento de Mubarak y el gobierno del Ejército de Al Sisi ilegalizó y persiguió a los Hermanos Musulmanes, acabando con uno de los aliados más leales y valiosos para Hamás.

Otro hecho que ha cambiado el alineamiento geoestratégico de la región ha sido la guerra civil siria. Hamás pagó un altísimo precio por apoyar a los insurgentes sunníes contra el régimen de Bassar Al Assad en la guerra que estalló en 2011.

Además de la importante financiación alauí, la organización palestina perdió a Siria, Irán y Hizbulá. Es decir, el apoyo a los sunníes en Siria costó a Hamás todos sus aliados chiíes, como el régimen de Teherán o la milicia libanesa Hizbulá.

Irak puede considerarse un estado fallido desde la invasión estadounidense de 2003, el islamismo radical se ha asentado en el oeste del país con el grupo Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), enfrentado al gobierno chií de Maliki, cada vez más inestable.

Por su parte, Jordania ha adoptado un rol pacífico y es uno de los estados que con ayuda militar de Estados Unidos, resiste a la crisis de sus países vecinos. El reino de Abdalá II es el estado que acoge más refugiados sirios, iraquíes y palestinos y uno de los que apuesta por el diálogo en la conflictiva región.