Científicos instalaron un observatorio de temperatura enterrado para seguir las evoluciones del terremoto Tohoku-Oki de Japón del año 2011 y han podido medir el calor friccional, generado durante la ruptura de la falla.

Esta es la primera vez que se consigue hacer mediciones precisas de la temperatura para calcular las dinámicas de fricción de una falla deslizante. Los resultados del estudio se publicarán esta semana en la revista Science.

“Este hallazgo nos aporta un conocimiento sin precedentes sobre cómo funcionan, de hecho, los terremotos, explicó Robert Harris, geofísico de la Universidad del Estado de Oregon y coautor del artículo en la publicación

“El proyecto en sí mismo es un hito de ingeniería y una experiencia fascinante dentro de esa categoría”, añadió Harris, que es profesor en el College of Earth, Ocean and Atmosferic Sciences de la mencionada Universidad.

Para alcanzar la falla, el equipo tuvo que taladrar a través de 800 metros de lecho marino, a una profundidad de cerca de 7.000 metros por debajo de la superficie del océano. Con ello llevaron los límites de su tecnología lo más lejos que pudieron, según información de ABC.

Dieciséis meses después del terremoto Tohoku-Oki, que fue de magnitud 9.0, los científicos instalaron el observatorio en una sección de la falla en la que el deslizamiento entre una sección de roca y la adyacente a ella era de unos impactantes 50 metros. La fricción en la falla era tan grande que desencadenó el tsunami que mató a miles de personas y devastó la costa norte de Japón.

Tras nueve meses de operaciones, el equipo de investigación recuperó con éxito los datos recogidos por 55 precisos sensores de temperatura que fueron diseminados bajo la corteza marina en la zona de la falla, alcanzando profundidades de hasta 820 metros.

El análisis de los datos mostró una anomalía de 0,31 grados celsius con temperaturas en torno a ella en el límite de la placa de la falla. Cuando las placas tectónicas se frotan entre sí, la resistencia friccional al deslizamiento genera calor. Y es entonces cuando, midiendo los cambios con la temperatura de base tomada previamente en ese campo, ellos pueden calcular cuánto calor, o energía, se generó en el momento del terremoto. Según informa Harris, este sería el dato al que nunca antes habrían tenido acceso.