Según el informe global de homicidios de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), la tasa de homicidios en Islandia en la década entre 1999 y 2009 ningún año subió por encima de 1,8 por cada 100 mil habitantes.

En primer lugar, casi no hay diferencia entre la clase alta, la media y la baja en Islandia. Con eso, la tensión económica entre clases es inexistente, algo raro en otros países.

Los pocos crímenes que suceden en el país no suelen involucrar armas de fuego pese a que los islandeses tienen muchas. La página web GunPolicy.org estima que aproximadamente hay 90 mil armas en un país con poco más de 300 mil personas.

Eso hace que Islandia figure en el puesto número 15 en el ránking mundial de posesión legal de armas per cápita. Sin embargo, adquirir un arma no es fácil y el proceso para ello incluye un examen médico y una prueba escrita.

La policía tampoco está armada. Los únicos agentes que pueden portar armas de fuego son una fuerza especial llamada “Escuadrón Vikingo” que actúa en muy pocas ocasiones. Además, en términos comparativos, hay pocas drogas duras en Islandia.

Según un informe de la UNODC de 2012, el consumo de cocaína por parte de los ciudadanos de entre 15 y 64 años estaba en 0,9%, el de éxtasis en 0,5% y el de anfetaminas en 0,7%.

También hay una tradición en Islandia de denunciar los crímenes ante cualquier indicio o frenarlos en sus primeras fases antes de que la situación empeore.

Cuando las drogas parecían ser un problema en aumento en el país, en 1973 el parlamento creó una policía antidrogas independiente y una corte especial para casos de drogas. En los diez primeros años de la corte, el 90% de los casos se arreglaron con una multa.

Fuente: Andrew Clark / BBC Mundo