La famosa bebida ginebra era para los ingleses del siglo XVIII la mayor droga que podía consumir el hombre, pues amenazaba con desgarrar a la sociedad de Inglaterra.

A través del «Acta de la Ginebra», el gobierno inglés quiso prohibir la elaboración, venta y consumo de esta bebida en una especie de ley seca. En ese contexto, el artista William Hogarth publicó láminas que mostraba los graves daños que causaba este producto en la sociedad.

Según informa abc.es, el orígenes de la ginebra se remonta al siglo XVI y tuvo lugar en los Países Bajos. El Guillermo de Orange cuando accedió al trono británico en 1698 como Guillermo III llevo consigo a Gran Bretaña la formula de esta bebida.

El entusiasmo que suscitó fue tal que su consumo provocó un serio problema para el país. Ante el aumento del consumo, los empresarios no dudaron en añadir a la ginebra cualquier aditivo en el intento de hacerla lo suficientemente aceptable, sin reducir su producción.

Para ello «usaron ácido sulfúrico, aceite de trementina y cal. Era como la muerte en un vaso», asegura a BBC Lesley Solmonson, autor del libro “Ginebra: Una historia global”. Otros historiadores reconocen que fue “ferozmente adulterada”.

El caso más impactante fue el de Judith Defour, quien terminó condenado en 1734 por llevar a su hija fuera de la casa y estrangularla con el fin de vender su ropa para recaudar dinero con el objetivo de comprar ginebra.

El gobierno prohibió su venta con el “Acta de la ginebra” de 1951. Pero el resultado no fue el deseado: proliferaron las destilerías clandestinas, el precio subió hasta límites insospechados y desencadenó el mayor interés por la ginebra de la historia.

Más tarde tuvo que ser levantada la prohibición y la ginebra inglesa recuperó definitivamente su esplendor, gracias a las normas que regularon su elaboración, comercio, consumo y fiscalidad.

Fuente: abc.es

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