Para los franceses, la vida privada de los políticos es, justamente, privada. Sus avatares no suelen modificar elecciones o influir en campañas políticas, como sí sucede en Estados Unidos. Todos los presidentes de Francia, desde Charles de Gaulle (a su mujer le decían “Tía Yvonne”) a la actualidad, han sido noticia por sus mujeres.

Durante la presidencia de François Mitterrand (1981-1995) se rompieron todos los esquemas. Rumores había desde que comenzó la gestión, pero en 1994 estalló la bomba: el presidente tenía dos familias.

La revista ‘Paris Match’ publicó, el 3 de noviembre, las fotos de una joven sumamente parecida a Mitterrand, Mazarine Pingeot, hija natural del mandatario cuya existencia fue mantenida oculta durante mucho tiempo.

Más impactante aún fueron sus funerales. Francia estaba de luto, y el cajón unió a las dos familias del difunto: los Mitterrand y los Pingeot estaban ahí.

Jacques Chirac llegó a la presidencia con reputación de mujeriego. Su mujer, Bernadette Chirac, aseguraba que las mujeres “galopaban” detrás de él. Lo cierto es que muchas veces él se dejaba alcanzar. En un libro de entrevistas con el periodista Pierre Péan publicado en 2007, el exmandatario reconoció su gusto por las damas, aunque aseguró que “nunca había abusado”.

Su chofer, Jean-Claude Laumond, publicó la vida de su jefe y el capítulo amoroso fue lo más comentado de la obra. Según el empleado, el galo intentaba conquistar a todas las mujeres que pasaban cerca, pero no les dedicaba mucho tiempo: “¿Chirac? Tres minutos, con ducha incluida”, escribió que decían de él en los pasillos del Elíseo.

La llegada de Nicolas Sarkozy al poder no fue tranquila. Desembarcó con una esposa ausente, Cecilia Ciganer, que no bien terminó la campaña, desapareció de los eventos públicos y apareció en las revistas del corazón estadounidenses en un yate con el publicista Richard Attias.

Meses después de asumir, el presidente estaba divorciado y los medios aprovecharon para reflotar los amoríos que cada uno había tenido mientras aún permanecía el enlace. Sarkozy, hábil, tapó el furor mediático de los amantes con una nueva pareja.

Esta vez, la elegida tenía un alto perfil. Apareció con la cantante y exmodelo Carla Bruni en Eurodisney, cerca de París. Poco después, la prensa se hacía eco de vacaciones de la pareja en Jordania y Egipto. Hasta llegar a la desconcertante declaración de Sarkozy, en plena conferencia de prensa presidencial, en enero de 2008: “Con Carla, es serio”.

La boda se celebró poco después y la prensa disfrutó de la pareja presidencial. Ella siempre proporcionaba material: Fotos hot del pasado, amantes escondibles, frases incorrectas e, incluso, un bebé.

Cuando François Hollande llegó al poder, lo hizo presentándose como el verdadero cambio a su antecesor. Su imagen, mucho más austera, echaba por tierra el nivel de vida de Sarkozy. Se trataba de un estilo mucho más acorde a la Francia que habitaba la Europa en crisis.

Pero lejos quedaron los 20 años de pareja con otra “presidenciable”, Ségolène Royal, o la relación cool con, paradójicamente, la periodista de Paris Match Valerie Trierweiler. Ahora, explotó el escándalo con la publicación de la revista Closer.

“El día de Año Nuevo, el jefe del Estado, con casco puesto, visita en scooter a la actriz Julie Gayet en su domicilio, donde el presidente acostumbra a pasar la noche”, publicó la revista. Tras conocer las informaciones, la primera dama francesa sufrió un “ataque de nervios”.

Fuente: Infobae.com