En el pasado de Estados Unidos abundan los experimentos inhumanos que afectaban tanto a otros países como a sus propios ciudadanos. Militares y personas pobres se convirtieron en su blanco perfecto en “aras de la investigación científica”.

No se puede olvidar que el Subproyecto 68 de la CIA que pagó al doctor Donald Ewen Cameron para encontrar un método que controlara la mente humana.

En su Instituto Memorial Allen en Montreal, el doctor sometía a los pacientes ingresados con depresión bipolar o trastornos de ansiedad a una ‘terapia eléctrica’ que les dejó serios daños y alteró sus vidas de manera irreparable.

Otro caso que develó el afán estadounidense por ganar el liderazgo en la ciencia es el caso de más de dos mil guatemaltecos que fueron infectados con sífilis, gonorrea o cancroide sin su conocimiento en los años 40.

El objetivo de estos experimentos, dirigidos por el médico estadounidense John Cutler, era averiguar si la penicilina podía ser usada “para prevenir enfermedades de transmisión sexual” y para ello emplearon a prostitutas, exmilitares, enfermos mentales, huérfanos y presidiarios.

A continuación le ofrecemos algunos de los más crueles.