Desde que el asesino de Oslo, (hombre que causó la muerte de 77 personas en junio de 2011 en dos atentados), denunció al gobierno de por las condiciones inhumanas en las que es recluido, se supo que ese país tiene por lo menos dos prisiones que son el sueño de todo preso pues tiene una serie de comodidades. De esas dos destaca la .

En la isla de Bastoy, ubicada en el sur de Oslo, los reclusos pueden caminar alrededor del terreno. Allí practican el esquí, cocinan, juegan al tenis y a las cartas. Tienen su propia playa e incluso son los encargados de administrar el ferry que conecta a la isla. Y en la tarde, cuando la mayoría de los empleados de la cárcel se va a casa, solo un puñado de guardias se queda para cuidar a 115 prisioneros.

Bastoy aplica el llamado “principio de normalidad”: la idea de que un día en la cárcel no debería ser muy diferente al del mundo real.

La segunda cárcel de Noruega ubicada en el top ten de las prisiones “más cómodas y humanas” es Halden, ubicada cerca de la frontera con Suecia.

Construida en medio de bosques y montañas, Halden tiene talleres donde trabajan los internos, lleno de serruchos y objetos metálicos, además de los bien afilados cuchillos que se hallan en la cocina. Además cuentan con un estudio de música.

¿Cómo funciona el sistema carcelario en Noruega

Según expertos consultados por BBC, en Noruega hay varios tipos de cárceles. Primero están las de máxima seguridad, prisiones comunes y corrientes, muy parecidas a las del resto del mundo donde son recluidos en primera instancia los reos.

A medida que cumplen su condena, los reos pasan a cárceles de mediana seguridad, similar a la de Anders Breivik. Aquí los reos tienen tres celdas: una para dormir, una para estudiar y otra para hacer ejercicio, además de acceso diario a un patio de ejercicios, pueden jugar con videojuegos, ver TV y leer periódicos, tienen una computadora, pero sin acceso a internet. Pueden prepararse su propia comida y lavar su ropa, tienen conversaciones telefónicas

Hacia el final de la sentencia pueden ser transferidos a casas de adaptación, que permiten una existencia todavía más parecida a la vida normal.

En esta etapa los reclusos pueden tener algunos “permisos” dentro de su encarcelamiento, para hacer viajes a sus casas y enfocarse en su reintegración a la sociedad.