El Partido Nacional (NP) introdujo el Apartheid en su programa electoral de 1948 y, tras su victoria, pasó a formar parte de la política gubernamental del país hasta principios de la década de 1990.

Aquella legislación clasificaba a la población en tres grupos raciales: blancos, bantúes o negros y de color o mestizos. La legislación también fijaba los lugares de asentamiento de cada grupo, los trabajos que podían realizar y el tipo de educación que podían recibir.

Asimismo, prohibía casi cualquier tipo de contacto social entre las diferentes razas, autorizaba las instalaciones públicas separadas (como limitar determinadas playas al uso de blancos) y prohibía la participación de los no blancos en el gobierno del Estado.

A pesar de ser implantado en 1948, lo cierto es que en Sudáfrica la separación y el dominio blanco ya tenían una larga historia a sus espaldas. Muchos líderes negros lucharon desde principios de siglo para acabar con esta división.

En 1912 se creó el Congreso Nacional Africano (CNA) para luchar contra estas políticas injustas del gobierno.

En la década de 1950, cuando el Apartheid se adoptó como política oficial, el CNA declaró que “Sudáfrica es de todos sus habitantes, ya fueran negros o blancos” y luchó de forma activa por su abolición.

Dentro de esta lucha por los derechos, Nelson Mandela, uno de los principales líderes del CNA, fue arrestado y condenado por sabotaje, además de otros cargos, a cadena perpetua. Estuvo 27 años en la cárcel, la mayoría confinado en la prisión de Robben Island.

Mandela se convirtió entonces en un símbolo de la lucha contra el Apartheid dentro y fuera del país. Su figura legendaria representaba la falta de libertad y el sufrimiento de todos los hombres negros sudafricanos.

A pesar de que en Sudáfrica ya no existe legalmente la segregación racial de forma oficial y legal, siguen existiendo desigualdades sociales, económicas y políticas entre la población blanca y la población negra.

Fuente: 24horas.cl