Gerhard Bartels fue un símbolo del nazismo y del máximo genocida de la historia reciente, Adolf Hitler, pero no lo sabía y recién fue consciente del poder de su imagen cuando cayó el nazismo.

Bartels tenía cuatro años cuando conoció a Hitler y este quedó encantado con su cara angelical, sus ojos azules y su uniforme tradicional. Todas estas cosas sirvieron para que el régimen lo utilizara como un símbolo de la propaganda gubernamental.

Todo nació a partir de su tío, quien era amigo de Hitler. Isidor Weiss conoció al genocida durante la Primera Guerra Mundial. Fue en un encuentro casual que el pequeño debió posar para la cámara junto al jefe nazi.

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Los encargados de la comunicación del régimen vieron más allá: creyeron conveniente utilizar ese rostro angelical como mensaje de la pureza de la raza aria. Su cara apareció pronto en postales, libros y afiches de campaña.

“Estaba contento de que me saquen una fotografía, porque pensaba que tendría una porción más grande de torta de manzana. El fotógrafo, Heinrich Hoffmann tomó todas las fotos, pero ochenta años después todavía estoy esperando la torta”, ironizó.

Ochenta años después, Bartels confesó que esas fotografías marcaron su vida y lo atormentaron desde siempre.

“Hitler era un gangster. Los nazis me usaron con fines propagandísticos. Fui utilizado para mostrar el amor de Hitler por los niños”, sintetizó Bartels. “Pero todo dictador hace lo mismo, desde (Benito) Mussolini hasta (Joseph) Stalin. Fui elegido porque obviamente encajaba con lo que Hitler pensaba que debía ser un niño ario”.

Fuente: Dailymail