Adolf Hitler, el dictador más famoso del siglo XX presentaba una particular debilidad por las golosinas y el cine, así lo reveló Elisabeth Kalhammer, una de sus exempleadas en una entrevista para un medio austriaco.

A sus 89 años, Kalhammer no olvida su período como sirvienta del hogar de la persona más influyente de la época y relató que para ella Hitler no era más que “un amable jefe” que escondía algunas secretos.

Amor por los dulces

A pesar de que se veía obligado a seguir una estricta dieta por su delicada salud, el líder nazi solía levantarse por las noches a escondidas para saquear cualquier dulce o golosina que hubiera guardada en la casa.

Además, la mujer afirma que era un gran aficionado al cine y que contaba en su residencia de Obersalzberg con una sala privada de proyección.

También narró cómo llegó a trabajar con el hombre más temido de la Tierra. “Todo comenzó vi un anuncio en una agencia alemana de empleo en el que se solicitaba una camarera para la región de Obersalzberg, en los Alpes Bávaros. Era 1943. Yo procedía de una familia pobre y acudí sin saber quién terminaría siendo mi jefe”, remarcó.

Tras su contrato, Kalhammer se unió en a un grupo de 22 niñas dirigidas por Eva Braun. Todas tenían un único objetivo: obedecer y atender a Hitler.