“Las comidas preferidas de los peores dictadores del siglo XX” es una publicación reciente que analiza las preferencias y hasta excentricidades culinarias de los dictadores más conocidos entre ellos Adolf Hitler, Fidel Castro, Mouamar Gadafi y Kim Jung-il.

El libro indica que al líder cubano le encanta cenar langosta a la parrilla pero moría por la sopa de tortuga, mientras que al dictador camboyano y líder de los Jemeres Rojos, Pol Pot le agrada el guiso de cobra.

El líder de los nazis prefería paloma rellena con nueces, lengua, hígado y pistachos y, al menos una vez, según los informes, comentó que no había “nada mejor que una bola de masa de hígado”.

También se reveló que Hitler se convirtió en un vegetariano en un intento de curar su flatulencia crónica. Creía que una dieta libre de carne frenaría su flatulencia y estreñimiento crónico, las condiciones para las que tomó hasta 28 fármacos diferentes ordenados por su médico.

Por su parte, Gadafi, quien también sufría de flatulencia, amaba beber leche de camello y adoraba la comida italiana, en particular los macarrones.

Benito Mussolini era el única vegetariano firme. Él era feliz con una sencilla ensalada de ajo crudo picado, aliñada con aceite y limón.