Más allá de sus dotes de oratoria y su sangrienta forma de ver el mundo, Adolf Hitler escondía una serie de filias y fobias que se fueron descubriendo con el paso de los años.

¿Sabías que el ‘führer’ fue muy pudoroso con su cuerpo? Jamás dejó que nadie le viera desnudo o mientras se bañaba. Además, nunca usaba colonias ni ningún tipo de esencias para perfumarse.

En la mesa mostraba malos modales, se mordía las uñas y se pasaba el dedo una y otra vez por debajo de la nariz. No comía carne, solo ingería hortalizas y fruta hervida, y bebía una o dos copas de cerveza.

Prefería las infusiones al café y le encantaban los postres, lo que le provocó que se le agravaran los trastornos digestivos que padecía. Otra curiosidad es que prohibía fumar en su presencia.

Durante las cenas con invitados era habitual que se arrancara con alguno de los monólogos que ensayaba en sus ratos libres. Sus favoritos eran ‘Cuando fui soldado’, ‘Cuando estuve en Viena’, ‘Cuando estuve en prisión’, y nadie se atrevía a interrumpirlo.

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Pero Hitler también sufría de ataques de cólera y los descargaba sobre sus oficiales, quienes vivían continuamente atemorizados.

¿Y los rumores sobre sus tendencias homosexuales? Un teniente coronel alemán que pasó varios meses del año 1943 en su búnker desmintió que mantuviera relaciones con hombres.

Además de todo esto, era amante del circo y del cine. Se cuenta que reía mucho con comedias hechas por judío.

También se sabe que mandaba rodar películas para él sobre tortura y ejecución de prisioneros políticos, y sus asistentes le conseguían fotos y películas porno.

En cuanto a la música, le gustaban algunos cantantes judíos, aunque lamentaba que no fueran de raza aria.

No tenía interés en los deportes. De hecho, jamás practicó ninguno más allá de alguna caminata, como las que hacía en sus habitaciones, siempre en diagonal y silbando la misma melodía.

Fuente: lne.es/