“Gracias al consumismo alentado por los folletos, la tele, la radio o los idiotas chistosos de RPP, el nacimiento del Dios encarnado de los católicos se convierte, al final, en una Barbie con cara de zorra, un peluche que llamará a todos los ácaros o una alhaja que al revolucionario de Galilea que dormía en un pesebre hubiese indignado como ostentación y frivolidad”, escribió el periodista en el semanario Hildebrandt en sus Trece.

Indicó que “hay papanoeles que sudan bajo el disfraz invernal que los castiga y nacimientos de Belén hechos de cartón de piedra mientras la gente escucha villancicos y las tiendas venden como nunca y a los pavos les vuelan las cabezas (…)”.

“Y todo para recordarnos a un personaje que se enfrentó a todo aquello que hoy lo celebra. Un personaje que hubiese despreciado su cumpleaños si hubiese visto en qué habría terminado la leyenda maravillosa esa del establo, la fe en los pobres y el ojo aquel de aguja por donde pasaría antes un camello que un rico indolente”, puntualizó.