El 20 de marzo el candidato presidencial tuvo su mejor momento en lo referido a las encuestas: tercer lugar con 11% y con tendencia hacia arriba. No había denuncia ni critica del pasado que lo afectara y los “barnechéveres” vislumbraban el segundo puesto en el siguiente reporte de las tendencias; sin embargo no contaron que el bombardeo vendría desde la persona menos esperada: el propio candidato.

“Renegociaré, así no te guste”

Cuando era un candidato “enano” y las encuestas no le favorecían hubo un momento cumbre que lo impulsó en la carrera electoral, sobre todo en redes sociales donde se celebró, comentó y hasta ironizó su participación en el programa de Jaime de Althaus en Canal N.

De una larga entrevista, bastaron solo unos cuantos segundos, una respuesta a modo de “troleo” y una buena edición de video para marcar el inicio de los “barnechéveres” y el ascenso de un candidato hasta ese momento poco favorecido en las preferencias.

La frase de Barnechea:


El chicharrón que no fue

Lo que continuó fue un ascenso sostenido que se tradujo en las encuestas de Ipsos y GfK del 20 de marzo que le otorgaban a Barnechea 11.7% y 11.8%, respectivamente. No era necesario ser el más entusiasta acciopopulista para imaginar a Barnechea en segunda vuelta disputando con Keiko Fujimori la presidencia de la República. Aunque no todo estaba dicho.

Qué duda cabe que buena parte del electorado peruano se maneja en la anécdota y en los gestos. Aunque suene increíble es así: el cargar a un bebé, el bailar una danza típica, besar todas las mejillas a su paso será aplaudido y aclamado aún por encima de cualquier propuesta o promesa electoral y los electores te beneficiarán con el ansiado voto.

Barnechea que levantó la bandera de la renegociación del gas y de la educación de calidad fue víctima de sus propios gestos. El no recibir un sombrero, el lanzar una lisura en un mercado de Chiclayo y el despreciar un chicharrón sirvieron de ataque por todos sus rivales políticos, pero que de una u otra forma no terminaron de enfriar su candidatura; al fin y al cabo —aseguran sus seguidores— eran solo anécdotas menores, malinterpretaciones de sus enemigos, situaciones confusas.


Un mal gesto, el peor de todos

Tras estos gestos en redes sociales las críticas se intensificaron contra Barnechea y comenzaron a tildarlo de soberbio. Algunos otros, por supuesto, minimizaron estos sucesos porque una candidatura, las propuestas y la visión de país están por encima de si se recibe o no un pedazo de chicharrón. Hasta que sucedió un nuevo desplante.

Esta ocasión en el evento de la firma de los Principios de Lima el candidato , candidata al Congreso y a la vicepresidencia por Peruanos por el Kambio. El desplante fue evidente y los medios de comunicación informaron lo ocurrido.

Era la confirmación de un terrible comportamiento, aseguraron sus detractores. Se retomaron las críticas en su contra y la bola de nieve fue creciendo. El 1 de abril la encuestadora GfK lo ubicó en el cuarto lugar con 9.7% y no se había considerado aún el desplante a Aráoz.

¿Se puede perder una elección por un chicharrón? No. Pero la suma de gestos, en una campaña donde no primaron las propuestas en ningún candidato y que estuvo distraída con tachas y exclusiones, definitivamente no ayudaron a sumar. La última encuesta pública lo ubicó en cuarto puesto y, a pesar de los rumores en Internet, los entusiastas seguidores de Barnechea consideran que aún mantiene posibilidad y trepar hasta el segundo lugar y enfrentarse con Keiko Fujimori.

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