Tres grupos anónimos participaron en un elaborado plan para ver si unos bots automáticos podrían engañar a las personas y hacerlas creer que eran humanos, y mediante este sistema, manipular a un grupo de tuiteros.

El esfuerzo, en este caso, no fue un plan maligno de ningún gobierno, sino que fue parte de una competencia llamada “ Socialbots 2011 “, diseñada para probar si los bots podían alterar la estructura de una red social. En dos semanas, tres “bots sociales” fueron capaces de integrarse en Twitter y ganar 250 seguidores en total. Recibieron más de 240 respuestas a los tweets que enviaron.

Cada equipo contaba con una cuenta de Twitter controlada por un bot. Tal como los usuarios humanos, los bots podían seguir otros usuarios y enviar mensajes. Los bots ganaban más puntos si tenían más seguidores y recibían más respuestas.

Los bots sociales observaban los tuits enviados por usuarios que compartían algún interés en particular, y luego generaba una respuesta sobre el tema que tuviera sentido. En uno de los intercambios, uno de los bots pregunta a un usuario qué personaje de un libro le gustaría traer a la vida. Cuando el humano respondió “a Jesús”, el bot contestó “En serio? Me estás tomando el pelo. Jajaja”.