Parece un perrito de peluche, pero es de carne y hueso. Además de precioso por fuera, este perro, un cachorro de Mastín Tibetano rojo, es una maravilla genética. Su nombre es Hong Dong en chino, y Big Splash en inglés. Su dueño actual, un empresario del carbón de China, lo ha comprado por 10 millones de yuans, o el equivalente a 1.5 millones de dólares.

Hong Dong, sin haber llegado a cumplir su año de vida, ya mide un metro de altura y pesa casi 90 kilos. A su exotismo perruno se le junta su pedigree, motivos por los que la mascota vale más que su peso en oro. Pero es que hay cosas que no tienen precio, como la simpatía y la gracia natural de la que hace alarde este exclusivo perro, un especimen perfecto donde los haya. Eso dicen.

Los Mastín Tibetanos se han convertido en una raza de perros muy codiciada en China. La prosperidad económica de algunos empresarios ha venido acompañada, como en otros muchos países, del deseo de destacar sobre los comunes humanos. Su sed de exclusividad lleva a los excéntricos nuevos millonarios a buscar objetos raros y exclusivos.

Los perros están suplantado en China a las joyas y coches deportivos como objetos de deseo y lujo. Ya en el año 2009 una rica China se gastó medio millón en otro perrito de la misma raza.