Don Ricardo Linares Gori acaba de obtener la nacionalidad peruana de acuerdo a la ley. Es venezolano, y la Superintendencia de Migraciones le otorgó el honor, dice él, ante la imagen de Cristo crucificado y la mano izquierda sobre la biblia. Se propuso eso cuando llegó al hace diez años. Fue un compromiso que quiso asumir por la tierra de su gran amor.

Conoció a Marilú Carranza en Maracaibo el 16 de julio de 1983. Don Ricardo lo recuerda perfectamente. Ella, motivada por su hermana, dejó para buscar otros horizontes. Llegó a esa ciudad colonial y próspera, cruzó la puerta de la oficina del Grupo Venefco, importante empresa relacionada con servicios para la explotación del petróleo, y don Ricardo vio a la peruana de ojos grandes mirándolo fijamente “Es la mujer de mi vida”, pensó.

Y así fue. Ya pasaron más de tres décadas de aquel encuentro binacional que cambiaría la vida de ambos y traería al mundo un varón que ambos adoran. Ella dejaría familia, trabajo, cultura, cotidianeidad, y él lo recompensaría con amor, cariño y respeto.

Tiempo de cambios

Linares Gori es uno de los 75 mil extranjeros residentes en el , y uno de los 300 que adquirió la nacionalidad peruana entre noviembre del 2016 y julio 2017. Problemas económicos en su país lo trajeron hacia estas tierras de temblores y buena comida.

Dejó la rumba venezolana para que las memorables La Flor de la Canela, Limeña y Anaconda, popular cumbia de nuestra Amazonía, fueran parte de su repertorio musical.

“Para mí no fue difícil decidir ser peruano, me lo propuse desde que llegué, pero tampoco fue fácil lograrlo pues tuve que hacer varios trámites. Nunca he sido un hombre de esperar, tengo 83 años y siento que tengo 20 a pesar del alma…del almanaque de años que tengo”, y suelta la carcajada.

Amor y responsabilidad

Para don Ricardo ser peruano en esta etapa de su vida, es una nueva responsabilidad. No es un hombre que le guste estar parado en los años, dice, le interesa participar, su alma está llena de sentimientos buenos por la gente que quiere trabajar y producir, así lo comenta.

“Empecé a conocer la forma de trabajar de muchos de ustedes, y la necesidad que tienen por desarrollar. Me gusta el campo, y hay que meterle mano, hay muchas cosas por hacer”, afirma, mientras que doña Marilú precisa que “este catirito”, como le llaman en Venezuela a las personas blancas, ha recorrido el Perú más que su propia su familia.

Pero como no pasa por este mundo por pasar, tiene planes todavía. No los comparte por el momento, prefiere hablar de sus recuerdos, y cuenta que fue hijo de juez y de mamá a la que no conoció porque falleció cuando era muy pequeñito. Vivió en el campo, y fue empresario.

“Soy feliz en estos años de mi vida y orgulloso de haber sido un hombre de negocios. Tuve a mi cargo 12 gerentes, 20 ingenieros y 500 trabajadores. Hoy siento mucha energía, creo que es el cariño de Marilú aunque a veces se le sube el Atahualpa”. Y ríe.

El 72% de las nacionalidades que otorgó Migraciones a los nuevos peruanos y peruanas desde noviembre del 2016 a la fecha fue por matrimonio, 25% por ser hijo de peruano nacido en el exterior, 2% por naturalización y 1% por doble nacionalidad.

Fuente: Andina

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