En el año 1993, un hombre que trabajaba de cajero en un banco en la ciudad de Viena, Italia, simuló un robo, cuyo botín fue de 2.3 millones de chelines austriacos (algo más de 200 mil dólares).

Al poco tiempo se descubrió que fue el cajero el autor del robo por lo que fue condenado a 7 años de prisión, pero quedó en libertad cuando llegó a cumplir la mitad de su condena.

Casi 20 años después del hecho, solicitan un número de cuenta bancaria al acusado para poder transferir aproximadamente 83 mil dólares que tenía bajo custodia el Ministerio de Justicia después del robo.

Según se supo, en los 20 años posteriores al asalto ni el banco ni la compañía de seguros solicitaron que les devolvieran el dinero.