El Universo es inmenso. Viajar a la velocidad de la luz a la estrella más cercana llevaría más de cuatro años.

¿Aventurarse al otro extremo de la galaxia? Más de 100.000 años.

¿Cuál es la solución para un intrépido viajero espacial?

Una opción es un atajo cósmico llamado agujero de gusano, un túnel que atraviesa el tejido espacio-temporal y que puede conectar los rincones más alejados del Universo.

Según los científicos, saltar a través de un agujero de gusano puede ser increíblemente difícil, pero todavía no está descartado.

¿Qué haría falta para hacerlo en el mundo real y qué es lo que lo impide ahora mismo?

Para entender cómo es un agujero de gusano, imagina el Universo como un plano bidimensional.

Haz dos agujeros en él y curva el plano a su alrededor formando dos embudos.

Une los extremos de los embudos y obtendrás un túnel similar a un agujero en el espacio tiempo.

Manipular el espacio de este modo hace que se pueda saltar en un extremo del túnel, hacer un viaje corto y salir en el otro extremo de la galaxia.

La entrada de uno de estos agujeros también actúa como ventana cósmica, lo que permitiría ver las estrellas del lado opuesto del Universo.

Esa es la teoría. ¿Pero qué dice la ciencia respecto a la posibilidad de esos viajes?

Los agujeros de gusano surgen de manera natural a partir de las ecuaciones que rigen la teoría de la relatividad general, la revolucionaria idea de Einstein que describe la gravedad como una deformación del espacio y el tiempo, que forma el llamado tejido espacio-temporal del Universo.

Einstein y Nathan Rosen publicaron un artículo en 1935 describiendo estos agujeros, que pasarían a llamarse puentes de Einstein-Rosen.

Sin embargo, se observó que estos curiosos fenómenos desaparecían con tanta rapidez que ni siquiera la luz podía atravesarlos.

Por lo tanto, resultaban inútiles para hacer viajes espaciales.

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