Tiempo atrás en 1877, cuando Lima tenía todo preparado para recibir el nuevo año y despedir el viejo, a eso de las cuatro de la tarde se desató una fuerte lluvia como no se veía desde 1803 (“el año de los truenos”, según Ricardo Palma), que, acompañada de relámpagos y truenos, aterrorizó durante quince minutos la ciudad.

El 7 de marzo de 1925, en la madrugada de un martes, a eso de las dos de la mañana, comenzó a caer sobre Lima un terrible aguacero, en forma violenta, otra vez El Niño trajo con él huaicos e inundaciones, truenos y relámpagos. Por primera vez la capital se quedaba sin electricidad y alumbrado público.

El 15 de enero de 1970, Lima volvió a soportar una lluvia de características apocalípticas. Fue la ocasión en que la capital del Perú pareció volverse serrana. “Lima sufre la mayor lluvia de los últimos 45 años”, informó El Comercio.

Aunque con menor intensidad, el 27 de febrero de 1997 los limeños habían sido testigos de estos inusuales fenómenos atmosféricos para la ciudad. En aquella ocasión, tanto los pobladores de Chosica, Puente Piedra y Carabayllo como los de algunas zonas de La Molina presenciaron por breves minutos una poco común tormenta de verano acompañada de rayos y truenos.

Un año después de los estruendos del 97, en marzo del 98, los distritos de Cieneguilla, La Molina, San Juan de Lurigancho y Chosica soportaron una corta pero fuerte lluvia seguida de inusuales relámpagos y truenos que alarmaron a la población.

Fuente: El Comercio