“Me trataron de quitar mi sonrisa, pero no se me ha ido y no se irá. No lo lograron. Estoy aquí y sigo sonriendo”, sostuvo Rosario Ponce, expareja del fallecido Ciro Castillo, quien comenzó a escribir sobre su experiencia en el Valle del Colca, Arequipa.

Según contó a Caretas, este texto será el inicio de un libro que piensa escribir con detalles inéditos de las peripecias que vivió para sobrevivir al Bomboya y que ya cuenta con el interés de varias editoriales.

El medio impreso publicó en exclusiva extractos de los escritos de Rosario Ponce:.

Esta aventura que viví en el Colca fue desafortunada, ya que emprendimos el viaje junto con mi compañero, amigo y enamorado Ciro Castillo Rojo García Caballero y de la cual sólo yo hasta el momento he sido rescatada.

Cada día y noche en la oscuridad y soledad de la montaña le agradecía a Dios por el día que me había regalado, porque mis fuerzas no se desvanecieran. Y le rogaba indesmayablemente para que al día siguiente me rescataran. Le rogaba para que me protegiera porque estaba en esta agreste e infinita montaña llamada Bomboya.

Diariamente, desde el lugar donde me encontraba, gritaba por ayuda, gritaba el nombre de Ciro. Mi voz no descansaba durante el día a pesar de que no tenía la seguridad de que me escucharan al otro lado del río Colca.

Pero la voluntad y las ganas de sobrevivir me llevaban a soportar días con sol intenso, durante los cuales, a falta de agua, tuve que tomar mis propios orines. Días durante los cuales sabía que tenía que cuidar mi salud si quería salir de esa montaña con vida.

Y de las interminables noches durante las cuales tuve que recurrir al ingenio para abrigarme con las mantas que guardaba en la mochila, protegiéndome y evitando mojarme. Así logré capear las noches más frías que hasta ese entonces había sentido.

La lluvia y el granizo traían para mí momentos esperanzadores, ya que esa agua era mi único sustento durante los días que me encontré perdida en el lugar que luego se bautizó con el nombre de “zona de las mochilas”.

Trataba de encontrar soluciones a la situación, de sacarle una sonrisa al sufrimiento. Pude ver lo enorme e imponente que era la montaña, pude ver bailar a los cóndores en el cielo y verlos regresar por las tardes antes que la neblina cubra este hermoso valle.