Según relató ’Caretas’, miles de kilómetros separaban a la pareja de la Patagonia, en Argentina, destino final de una singular travesía por Latinoamérica que arrancó el 1 de abril del 2012. Hicieron un alto en Cusco, el 22 de diciembre pasado, para reunirse con Jennifer Wolfrom, la hermana de Jed, y celebrar juntos Navidad y Año Nuevo.

El trío pasó Navidad explorando el nevado Ausangate. Emprendieron el regreso para ir a Machu Picchu, el sábado 29. La noche los sorprendió a mitad de camino, por lo que decidieron estacionar la caravana a la altura de Pallca, un poblado a 20 minutos de Ocongate. Tenían pensado acampar allí. Eran las 6:30 pm.

Dos aldeanos emergieron de las sombras y se acercaron a ellos soplando sus silbatos para alertar a los vecinos. De pronto, ellos se vieron rodeados.

“Nos pidieron nuestros documentos y nos negamos porque no eran policías. Lucíamos nerviosos por la presión. Dijimos que mejor nos íbamos, pero no dejaban que mi hermano cerrara la puerta”, relató Jennifer en su blog.

Jed pisó a fondo el acelerador, pero la turba bloqueó el camino y empezó a lanzarles piedras. Los turistas utilizaron dos rociadores de pimienta, lo que exacerbó aún más a la muchedumbre. A Jennifer la golpearon el rostro y a Jed lo molieron a golpes al punto de quebrarle cuatro dientes frontales.

En medio de la desesperación, los tres turistas escaparon, pero fueron capturados por los campesinos y traídos de regreso a la comunidad. “Estábamos cubiertos en sangre”, relató Jennifer.

Fueron llevados al colegio de Pallca, donde los despojaron de todas sus pertenencias por US$ 10,695.

“A las 5:00 am, tras 11 horas de golpizas, volvimos a la camioneta. Todas las ventanas y la campera habían sido destruidas. Saquearon el interior y desperdigaron los objetos por el lodo. Nos ordenaron aguardar a la Policía antes de remolcar la camioneta”, prosiguió.

Cuatro agentes del puesto policial de Ocongate, incluido el comisario Hernán Peralta, arribaron a Pallca a las 7:30 am, pero su estado era lamentable: Los tres turistas necesitaron 100 puntos para suturar sus heridas y a Jed prácticamente le reconstruyeron la boca.

“Evidentemente no se trataba de un accidente, sino de un ataque. Durante las noches suelen estacionarse camionetas para robar ganado, la delincuencia es muy común por esta zona. Lo más probable es que los hayan confundido con abigeos, teniendo en cuenta que no quisieron identificarse y escaparon a toda velocidad”, declaró el alférez Peralta a la revista.